SIERVOS E HIJOS DE DIOS.
1. La Iglesia nos invita hoy: “Venid, hijo, escuchadme: os voy a enseñar el temor de Dios. Acercaos a Él y seréis iluminados, y vuestras caras no serán confundidas” (Gradual). Ésta es la respuesta, por decirlo así, que da la Iglesia, la Madre, a aquellas palabras de la Epístola: “Habiendo sido libertados del pecado, os habéis convertido en siervos de Dios.” Vivid, pues, para Él, servidle con la fidelidad del esclavo, pero, al mismo tiempo, con el espíritu de un hijo, que se cree feliz de poder vivir para el Padre. 2. “Habéis sido convertidos en siervos de Dios.” Siervos de Dios y, por lo tanto, propiedad total, absolutamente suya. Todo nuestro ser, todos nuestros pensamientos, todos nuestros deseos y todas nuestras obras pertenecen a Dios, tienen que pertenecer a Dios, solo pueden pertenecer a Dios. Así se lo prometimos solemnemente el día de nuestro santo Bautismo: “Creo en Dios.” Es decir: creo que yo y toda...