DUODÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
EL BUEN SAMARITANO 1. Renovemos hoy nuestra fe en la gloria y en la grandeza que nos comunicó Cristo, el buen samaritano, en el día de nuestro santo Bautismo y que continúa comunicándonos constantemente en la santa Iglesia. Dejémonos animar y vivificar siempre por esta fe. “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros estáis viendo!” 2. “Yo os lo digo: Muchos profetas y reyes (del Antiguo Testamento) ansiaron ver lo que vosotros estáis viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron” (Evangelio). Ellos poseían la circuncisión, la Ley de Moisés, el Templo de Dios, el sacrificio diario en Jerusalén, los almos, los libros santos. Pertenecían al pueblo de Dios y gozaban de una especialísima protección divina. Sin embargo, no estaban aún contentos. Deseaban oír y contemplar lo que oímos y contemplamos todos nosotros, los cristianos, los bautizados, los hijos del Nuevo Testamento, los hijos de la Iglesia: deseaban ver y oír a ...