MIÉRCOLES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA
INCOMPRENSIBLE MISERICORDIA DEL SEÑOR Admiremos este profundo misterio: el hombre es la misma nada y la majestad del Creador es infinita. El pecado es, pues, en sí un MAL INFINITO, un mal que clama venganza, pero una venganza pronta y eterna, como el castigo que fue impuesto por Dios a los ángeles que prevaricaron. Sin embargo, el hombre peca y Dios lo tolera, y espera a que se arrepienta y haga penitencia, llegando en su bondad con él a inspirarle esta misma penitencia para perdonarle y salvar así a un ser que comparado a los millones de ángeles caídos, es mucho menos que un átomo. Y el Señor perdona a este ser indigno, cuando todas las obras del Creador querrían vengar al Todopoderoso de sus ofensas, Las potestades del cielo querrían exterminar al ingrato, el relámpago fulminaría contra él sus rayos y todas las plagas y calamidades del mundo se ensañarían con él. La majestad del Altísimo se siente irritada al considerar el ultraje y la ruindad de quien se lo hace. Su soberana a...