30 DE MARZO. LA DIGNIDAD DEL ALMA, MOTIVO PODEROSO DE CARIDAD
Cuando Dios creó al primer hombre, no solamente lo llamó al conocimiento y al amor de su Creador, por medio de la contemplación del espectáculo de la naturaleza, sino que le destinó para fin tan sublime como para llenar de admiración a cielo y tierra. Este destino maravilloso fue el de llegar a contemplar CARA A CARA a la divinidad, sin ningún intermediario creado y a amarla de la misma manera que se ama ella a si misma, poseyéndola eternamente y participando de su felicidad. "Aunque nuestra alma dilate sus deseos, escribe San Agustín, aunque extienda cuanto pueda su capacidad, jamás podrá comprender este inefable misterio; puede desear la gloria de su destino y tender hacia ella con santo ardor, pero nunca podrá concebir la sublimidad de esta gloria." Nuestro corazón tiene deseos insaciable de conocer y de amar, mas el universo entero no sería suficiente para saciarlos; sin embargo, nuestro corazón se hallará plenamente satisfecho al gozar de la visión beatífica. ¿Y qué hi...