Domingo, 27 de enero: 3er. domingo después de Epifanía

Señor, yo soy no digno de que entres bajo mi techo; pero di solamente una palabra y mi sirviente se sanará.

En el Evangelio de este domingo, una cosa me llama la atención fuertemente: Jesús, habiendo oído la oración del centurión nos dice el Evangelio, que estaba¡ admirado! Y dijo estas palabras: os digo en verdad, en Israel no he encontrado fe tan grande.  ¡Aquí, alucino! No es frecuente hallar en el Evangelio, que Jesús se sorprenda sobre la actitud de los hombres: los fariseos son corregidos copiosamente, los apóstoles son a menudo en actitud de ser corregidos por el Maestro y en cambio para el centurión, un enorme cumplido. Maria Magdalena ha sido elogiada por su amor, la pequeña anciana que daba dos céntimos de óbolo para el templo ha sido elogiada por su generosidad y este simple centurión romano, le elogia por su fe. ¿Pero que es lo que él hace? ¿ Qué dijo, que tanto sorprendió al Señor?  Señor, no soy digno de que Tu entres bajo mi techo; pero di solamente una palabra y mi sirviente se sanará. 

Somos unos pobres hombres... a veces lo pèrcibimos gracias a un destello de lucidez, pero ciertamente no queremos que otras personas nos lo digan. El centurión, lo dijo abiertamente y por su actitud pública: él no es digno de que Jesús entre en su hogar... Por supuesto, esto conmueve a Jesús. Especialmente mostrandose con una plena confianza en su poder: di solamente una palabra...  A menudo pienso que cuando muramos, será necesario que digamos esto de verdad... El recibimiento será tan perfecto... Pero para llegar hasta allí, creo que es necesario preparase...

PROPOSITO DEL DIA  : 
Trata de decir las palabras del centurión antes de ir a la comunión con todo tu corazón.






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