¿Qué nos aprovecha nuestra soberbia? - dirán los grandes del mundo que están en el infierno- ¿De qué nos sirve el orgullo de nuestras riquezas? Todo pasó como una sombra, y no ha quedado de todo aquello más que tormentos eternos. En la hora de la muerte el recuerdo de las prosperidades mundanas no nos producirá confianza, sino temor y confusión. En tantos años de vida y de religión, ¿qué he hecho hasta ahora por Dios? Señor, ten piedad de mí, y no me arrojes de tu presencia. La hora de la muerte es la hora de la verdad; entonces se ve que todo lo de este mundo es vanidad, humo, ceniza. ¡Cuántas veces te he cambiado por nada! Ya no me atrevería a esperar el perdón si no supiera que has muerto por mí. Ahora te amo sobre todas las cosas, y aprecio más tu gracia que todos los reinos del mundo. La muerte es un ladrón: Aquel día viene como un ladrón ; es un ladrón que nos despoja de todo: de todo, de hermosura, de dignidades, de parientes, y hasta de nuestra carne. Se le l...
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