SÁBADO DE LA ÚLTIMA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
LA
CARIDAD
1. “Una vez que haya venido el Hijo del
hombre en su majestad y todos los ángeles con Él, entonces se sentará sobre el
trono de su majestad. Y todos los pueblos serán congregados ante Él y los
separará entre sí, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Y colocará
las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.”
2. “Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ‘¡Venid benditos de
mi Padre! Tomad posesión del reino que os estaba preparado desde el principio
del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de
beber. Fui peregrino, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis.
Estuve enfermo, y me visitasteis; estuve preso, y me consolasteis.’ Entonces le
responderán los justos, diciendo: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambrientos, y te
dimos de comer? ¿Cuándo te vimos sedientos, y te dimos de comer? ¿Cuándo te
vimos sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos peregrinando, y te
hospedamos? ¿Cuándo te vimos desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos desnudo,
y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo, y te visitamos? ¿Cuándo preso, y te
consolamos? Y respondiendo el Rey, les dirá: ‘En verdad os lo digo: Cuando
hicisteis esto con uno de mis hermanos más pequeños, conmigo mismo lo
hicisteis.’”
“Entonces dirá a los de su izquierda: ‘¡Apartaos de mí,
malditos, al fuego eterno, que está preparado para el diablo y sus ángeles!
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de
beber. Fui peregrino, y no me hospedasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis.
Estuve enfermo y preso, y no me visitasteis.’ Entonces le responderán también
ellos, diciendo: ‘Señor: ¿cuándo te vimos hambrientos o sediento o peregrino o
desnudo o enfermo o preso y no te servimos?’ Entonces les responderá Él,
diciendo: ‘En verdad os lo digo: Cuando no hicisteis esto con el más pequeño de
mis hermanos, tampoco lo hicisteis conmigo.’”
3. “E irán: éstos, al suplicio eterno; los
justos, en cambio, a la vida eterna” (Matth. 25, 31-46). ¡Una separación para
toda la eternidad! Solo existen un cielo y un infierno: ¡ambos eternos! Eterna
felicidad en Dios, eterna desdicha en el infierno, en el cual será sepultado el
impío con cuerpo y alma (Matth. 10, 20).
¡Una
separación eterna! El pobre Lázaro, que un día se sentó, apestado y hambriento,
ante las puertas del rico epulón, al morir “fue transportado por los ángeles al
seno de Abrahán”. En cambio, el rico avariento, que durante su vida se vistió
de púrpura y fino lienzos y se regaló todos los días con espléndidos banquetes,
al morir fue sepultado en el infierno. “Padre Abrahán, compadécete de mí y
envía a Lázaro, para que toque mi lengua con el extremo de su dedo mojado,
porque me abraso en este horno de fuego.” Pero Abrahán le respondió: “Hijo,
acuérdate de que, en tu vida, lo pasaste bien y Lázaro, en cambio, lo
pasó mal; pero ahora éste es consolado y tú, en cambio, eres atormentado” (Luc.
16, 19 sg.).
¡Una
separación eterna! A un lado, las ovejas; al otro, los cabritos. En una parte,
“los benditos”; en otra, los “malditos”. ¿Quién hizo a los unos benditos y a
los otros malditos? La caridad, el amor sincero y práctico al prójimo, es
decir, a Cristo, el cual se identifica con el prójimo. “Lo que hicisteis con el
más pequeño de mis hermanos, conmigo mismo lo hicisteis; lo que no hicisteis
con el más pequeño de los míos, tampoco lo hicisteis conmigo. El amor al
prójimo es amor a Cristo. Tanto amaremos a Cristo, cuanto amemos al prójimo, al
“hermano” en Cristo, al miembro de Cristo. ¡Amando al prójimo, amamos a
Cristo, al Señor! Si somos fríos, indiferentes, injustos, duros,
desconsiderados con el prójimo, lo somos también con Cristo, con el Señor. ¡La
caridad, el amor es quien decidirá!
“El
cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán jamás.” “Lo que
hicisteis –o no hicisteis- con el más pequeño de mis hermanos, conmigo mismo lo
hicisteis –o no lo hicisteis.”
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