2 DE SETIEMBRE
ENFERMEDADES
ESPIRITUALES
Lo mismo que existen
enfermedades corporales, existen también enfermedades espirituales. Los
pecados, los vicios, las perversas inclinaciones son ÚLCERAS ESPANTOSAS que
causan a Dios y a los ángeles gran repugnancia y la más viva compasión. San
Juan Crisóstomo llama al pecado “abceso del alma”. San Ambrosio considera las
pasiones como fiebres diversas, y cuanto se hace a su impulso como accesos que
nos harían morir si no lucháramos contra ellos. La razón es que la ambición, la
avaricia y la lujuria son fiebre que nos lleva a encumbrarnos, a enriquecernos,
a satisfacer nuestros apetitos. La ira es un delirio que nos priva del uso de
la razón y la envidia es un tumor maligno que nos corroe.
EXAMINÉMONOS, para ver si aceptamos con este espíritu cuanto humilla nuestra vanidad, contradice nuestras ideas y se opone a nuestras inclinaciones. En vez de luchar contra nuestros defectos. ¿No los defendemos a veces? ¿No halagamos nuestras malas tendencias en vez de reprimirlas con energía? ¿Qué remedios empleados para curar nuestra pereza, nuestra cobardía, nuestra susceptibilidad, nuestros afanes constantes de vanagloria, de disipación; para curar nuestros apegos demasiado carnales, demasiado terrenales? Pensemos en esto con seriedad. La base de nuestra santificación está en la violencia que nos hagamos para poder triunfar de nosotros mismos en todas las ocasiones.
¡Dios mío!
Dame valor para rezar un Gloria siempre
que tenga que practicar la PACIENCIA y el RENUNCIAMIENTO: condiciones precisas
para alcanzar la salud espiritual. Recuérdame con frecuencia tu Pasión, para
fortificarme con tu ejemplo contra todas las flaquezas de mi caída naturaleza.
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