21 DE OCTUBRE

SANTA ÚRSULA

Santa Úrsula era hija de un rey de Escocia; estaba dotada de peregrina belleza y de todos los dones de fortuna, por lo que pretendieron su mano los príncipes más nobles y poderosos; pero ella escogió por esposo al Esposo de las Vírgenes, porque pronto comprendió que la virginidad ELEVA al alma por encima de los sentidos y de todo lo terreno y facilita la unión con Dios, puesto que, libres de las exigencias y peligros del mundo, las vírgenes permanecen desasidas de las criaturas y ponen todo su corazón en el Bien soberano. También tienen más tiempo para consagrarse a la oración frecuentar los sacramentos y practicar las virtudes y obras buenas, con que aumentan aún más el esplendor de la inocencia.

A pesar de su amor a la virginidad, Santa Úrsula se vio obligada por el rey su padre a embarcar en compañía de gran número de doncellas con rumbo a Bretaña, en donde había de casarse con el duque Conán. Una furiosa tormenta les hizo caer en las manos cruelísimas de los hunos, y así Úrsula como sus compañeras perdieron LA VIDA por defender la virginidad. Sus almas triunfadoras volaron al cielo para formar parte del cortejo del Cordero divino y seguirle por doquier. ¡Felices las almas que, como ellas, comprenden la gloria y la dicha de permanecer fieles a Jesús!

"¡Oh, cuán bella es la generación casta con esclarecida VIRTUD!" Santa Úrsula entendió perfectamente estas palabras inspiradas por el Espíritu Santo, y a su pureza supo unir profunda humildad, oración y recogimiento constantes y gran espíritu de mortificación, con que fácilmente conservaba intacta su virginidad.

Adentrémonos en nuestro corazón y EXAMINEMOS: 1º si apreciamos y amamos sinceramente la virtud de la castidad, y si los placeres sensuales no ejercen demasiado atractivo en nosotros, por no meditar con frecuencia los novísimos; 2º si cultivamos en nuestro corazón los lirios de la pureza y si, como Santa Úrsula, los cuidamos con esmero por la desconfianza en nosotros mismos, la huida del mundo, la oración y el renunciamiento a los deleites de los sentidos.

¡Oh Dios mío! Hazme comprender las bellezas de la castidad, que nos hace semejantes a los ángeles, mientras que la impureza nos hace descender al mismo nivel de los animales y de los demonios. Infúndeme grande y eficaz deseo de apagar el fuego de la concupiscencia y de vencer todas las tentaciones. Ayúdame a ser verdaderamente HUMILDE y anonadarme ante ti; concédeme gusto por la ORACIÓN, que sin cesar me recuerde las verdades eternas y la necesidad que tengo de salvarme; dame fuerza para evitar los peligros, practicar la TEMPLANZA y todas las virtudes  guardianas de la castidad perfecta. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Encíclica "Mirari Vos" sobre los errores modernos, del Papa Gregorio XVI (1ª Parte)

Ahondando nuestra Fe

VANIDAD DEL MUNDO (2)