26 DE ENERO. LA VIDA DE JESÚS EN NAZARET

 La entera obediencia y el respeto del Salvador hacia sus padres, su deferencia y condescendencia para con ellos, su diligencia en prevenir todos sus deseos, su bondad, candor y sencillez, su cariño por María y José, todo esto, viniendo de un Niño-Dios, hacia derramarse INEFABLE ENCANTO en el hogar de la Sagrada Familia de Nazaret. Según San Juan Crisóstomo, las personas afligidas se decían entre si: "Visitemos al Hijo de María; solo con verle quedaremos consolados." Efectivamente, no se iba uno de la casa de José sin quedar penetrado del suavísimo perfume que exhalaban la humilde docilidad, la compasiva caridad y demás amables virtudes que, como preciosas gracias, iba derramando en derredor de sí el Verbo encarnado.

Aquellos PRIVILEGIADÍSIMOS esposos estarían llenos de inefables sentimientos, contemplando a su divino Hijo. Jesús los reverenciaba como a los representantes del eterno Padre, y era para él un culto saludarlos mañana y noche, ayudarlos en sus faenas durante el día, prevenir atento todos sus deseos y pagarles con creces el amor que le tenían y cuanto por él hacían. Si María y José sufrían al pensar en las penas que habría de padecer el Cordero divino, y en las contradicciones de que sería objeto por parte de los hombres, sufrían por amor, pues este dolor era como el descrito por Santa Teresa: dolor que tortura, pero tan suavemente, que no querría uno que tuviera fin.

¡Oh Jesús! Si tu amabilidad nos encanta, aun viéndote rodeado de espinas y como manojo de mirra, ¿Cómo nos cautivarás cuando, libres de las angustias del destierro, nos veamos en la patria celestial? Es cierto que estás en nuestros sagrarios, pero estás escondido bajo los velos eucarísticos. ¿Cuándo podré verte  cara a cara, rodeado del esplendor de tus santos? En espera de tan gran felicidad, hazme vivir contigo en este mundo; contigo, que quisiste quedarte para  nosotros en las iglesias, donde nos das, lo mismo que en Nazaret, el ejemplo de tu caridad, obediencia y condescendencia. Infunde en mi alma , cuando vienes a mí por la sagrada comunión, todas estas amables virtudes; e inspírame:

  1. Completa DOCILIDAD para con mis superiores y perfecta sumisión a tu divina voluntad.
  2. Ser con mi prójimo humilde y DEFERENTE, servicial y afable, para de este modo imitarte y complacerte.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)