29 DE ENERO. SAN FRANCISCO DE SALES, DOCTOR DE LA IGLESIA

 De la manera que la caridad unida con la humildad se convierte en dulzura para con el prójimo, la humildad unida al amor de Dios se convierte en conformidad con la voluntad divina, siendo esta conformidad la que perfecciona a los santos. Es verdaderamente admirable la DOCTRINA que sobre este particular expuso San Francisco de Sales, y aún más admirable su conducta. "Cuando conversemos, tomemos gusto y disfrutemos con la conversación, ya que Dios así lo ha querido; cuando estemos solos, gustemos de la soledad, por el mismo motivo. Cuando estemos fijos en alguna parte, no sonemos con cambios de residencia: hay que seguir en la barca en que nos encontramos y en la que habremos de hacer la travesía de esta vida a la eternidad, permaneciendo en ella de buen grado, ya que ésta es la voluntad de Dios."

San Francisco de Sales siempre OBRABA de esta manera, y la voluntad de Señor era para él centro, tesoro y vida. "Son muy pocas las cosas que yo detenía costumbre de decir, y lo poco que deseo lo deseo muy poco. Pues ¿Qué podría yo desear en el cielo y en la tierra más que a Dios?" Éstos nobles sentimientos engendraban en el alma del santo una IGUALDAD DE ÁNIMO admirable y continua. Nunca se le vio ni arrebatado por la alegría ni abatido por la tristeza; siempre se le encontraba apacible y contento. "Del mismo modo que el piloto se orienta en el mar, fijando sus ojos en el polo, atravieso yo el mar de esta vida mirando siempre hacia la voluntad divina; y como el beneplácito de Dios es infinitamente amable, soy constantemente el mismo en medio de la variedad de las cosas terrenales."

¿Tenemos estos mismos PRINCIPIOS y, sobre todo, sabemos ponerlos en PRÁCTICA? Para adquirirlos y luego practicarlos hagamos lo siguiente: 

  1. Despertemos nuestra fe con la consideración de la excelencia de la divina voluntad, merecedora de todo nuestro amor.
  2. Combatamos nuestro frío egoísmo, resultado monstruoso del orgullo, del mal humor, del capricho, del propio juicio y de la propia voluntad amalgamados.
  3. Sobrellevemos sin queja las penas de la vida, amando, como decía el santo, no las cosa que Dios quiere, sino la VOLUNTAD que las quiere
¡Oh Dios mío!, te diré, a la par que San Francisco de Sales, hágase tu voluntad, no solamente cuando cumplimos tus mandamientos, consejos e inspiraciones de los que debemos obediencia, sino también cuando aceptamos las cruces que nos envías. "Que se haga tu divina voluntad respecto a nosotros, en nosotros y con nosotros, según tu divino beneplácito"

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