31 DE JULIO
SAN IGNACIO DE LOYOLA Lo que más santificó a San Ignacio fue su ESPÍRITU de ORACIÓN. Estando en Manresa, hacía por lo regular en la iglesia siete horas de oración de rodillas e inmóvil. Su generosidad le atrajo vivísimas luces celestiales, que le hicieron adentrarse en la contemplación de los más altos misterios de la religión. Decía él que entonces hubiera vertido su sangre por defenderlos aunque no hubieran estado consignados en el Evangelio. En aquella época uno de sus éxtasis le duró ocho días, y estando en aquel arrobamiento recibió comunicaciones celestiales que jamás quiso confiar a nadie. ¿De dónde provenía este don tan sublime de oración? Sin duda de su generosidad en VENCERSE, en renunciar al placer, en domar el cuerpo con severidad extraordinaria, en humillarse ante Dios y ante los hombres, teniéndose por el último de todos y gozándose en ser despreciado por amor de Jesucristo. Probado por penas interiores, arideces y escrúpulos, jamás abandonó la oración ni dejó entib...