SÁBADO DE LA 3ª SEMANA DESPUÉS DE EPIFANÍA
“SEÑOR, YO NO SOY DIGNO” 1. Volvamos hoy nuestra vista, llenos de admiración, hacia el centurión romano. Se acerca al Salvador y le expone la angustiosa situación de su criado enfermo. El Señor le dice: “Iré le curaré.” Pero el centurión se cree indigno de tanta honra: “Señor, yo no soy digno de que tú entres en mi morada. Di tan solo una palabra, y mi sirviente quedará curado.” La liturgia ha escogido estas humildes palabras para el momento de la sagrada Comunión. 2. “Señor, yo no soy digno.” Cuando el Señor quiere habitar en un alma, la purifica primero de todo pecado. La única que estuvo siempre dignamente preparada para recibirle fue la Inmaculada, concebida, por un singularísimo privilegio, inmune de todo contacto con el pecado original. Con la gracia de la inmaculada concepción se la concedió, además, la plenitud de todas las gracias y virtudes sobrenaturales. Por ello, poseía una tal estabilidad en la gracia, que en toda su vida era...