DOMINGO DE SEPTUAGÉSIMA
EL SERVICIIO DE DIOS El Evangelio de hoy nos presenta al Señor bajo la figura de un padre de familia, que, al romper el día, salió a alquilar jornaleros para su viña (Mat. 20, 1) . ¡Qué honor tan grande haber sido llamados por el Rey de reyes al altísimo honor de servirle! En el mundo SE ENVANECEN los que forman parte del séquito de príncipes; pero ¿a qué poderoso monarca podríamos comparar con el Creador del universo? ¿Podría acaso caber más gloria que la de servirle? ¿No es éste el oficio de los ángeles en el cielo? Y toda nuestra grandeza y libertad ¿no son dones que dimanan precisamente del servicio de Dios? San Ambrosio decía que el servicio de Dios es la más alta de las dignidades, y San Agustín lo llamaba REALEZA, porque verdaderamente nada hay más noble que librarse del yugo vergonzoso del pecado, de la esclavitud del mundo, del infierno y de las pasiones, para convertirse en hijos de un Rey inmortal, participar de la divinidad aun en esta vida, antes de poder participar en