Entradas

Mostrando entradas de julio, 2023

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)

  Prueba 8: El testimonio de los sabios. —Facilísima es esta prueba. Bastaría coger el catálogo de los sabios, y se vería que la generalidad de los sabios más eminentes han creído en Dios, y asegurado que es imposible no creer en Él. Los sabios que positivamente han negado a Dios son muy pocos, relativamente, y de ellos muchos son sabios en ciencias matemáticas o físicas, pero no en ciencia religiosa. El protestante Demert, en un opúsculo, recogió las opiniones religiosas de trescientos sabios, los más eminen­ tes de los cuatro últimos siglos en ciencias naturales. De treinta y ocho de ellos dice, no encontró datos positivos. De los otros doscientos sesenta y dos, sólo veinte se muestran indiferentes o incrédulos; los demás creen en Dios. En este siglo escoge ciento sesenta y tres de los más notables; de ellos ciento veinticuatro creyentes; sólo veintisiete no tienen opiniones religiosas bien conocidas, y sólo doce son incrédulos, como Tyndall, Huxley, Moleschot, Vogt, Buchner,

Lecc 20 EXISTENCIA DE DIOS (3)

Prueba 4.a: La vida. —Uno de los argumentos para probar la existencia de Dios, y una pesadilla de los ateos es la vida. ¿Quién es el primero que dió vida a los vivientes? Antes los incrédulos decían que los vivientes podían formarse por generación espontánea; hoy lodos los sabios afirman, sobre todo desde Pasteur acá, que ningún viviente puede nacer sino de un viviente. Pero ¿dónde comenzó el primero? Un león de otro león, una águila de otra águila, un hombre de otro hombre, una mosca de otra mosca, una planta de otra planta... Pero ¿quién hizo la primera planta, el primer mosquito, el primer león, el primer hombre? Virchow decía: «Es necesario optar entre la generación espontánea y la creación por Dios»; mas nadie ha visto una producción espontánea de materia orgánica, la cual rechazan no sólo los teólogos, sino también los naturalistas luego la creación por Dios.  Además, la misma vida es en sí tan misteriosa y admirable e independiente de nuestra voluntad, que sólo se explica