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Mostrando entradas de septiembre, 2019

San Jerónimo, presbítero y doctor. — 30 de setiembre (t 419)

El austero penitente, doctor máximo de la Iglesia • y eruditísimo intérprete de la sagrada Escritura, san Jerónimo, nació en Estridón de Dalmacia^Siendo todavía muy joven fué enviado de su padre a Roma para aprender las letras humanas, y en aquella ciudad, cabeza del orbe cristiano, recibió el bautismo. Instruyéronle Donato y otros célebres maestros en cuantas ciencias por aquellos tiempos se enseñaban. Ansioso de- sajber y amigo de libros y del trato de hombres doctos, recorrió las Galias y pasó a Constantinapla para ver y oír a san Gregorio Nazianzeno, cte quien confiesa haber aprendido las letras sagradas, como de otros la filosofía y la elocuencia. Viajó luego a Palestina para venerar el Pesebre del Señor, en cuya ocasión trató con los doctores más eruditos de los hebreos. Ayudándose de ellos en gran manera para entender las santas Escrituras. De Belén pasó a Siria, donde gastó cuatro años en la soledad del desierto, ejercitándose en santas meditaciones y austerísima penitencia; ll

LUNES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LA ORACIÓN DE LA IGLESIA 1.    Un encuentro bien extraordinario. Jesús, acompañado de sus discípulos, llega a Naím como al azar. Al penetrar en la ciudad, se encuentra con un cortejo fúnebre: llevan a enterrar a un joven, al único hijo de una pobre viuda. El Señor se fija en la desolada madre, la cual sigue en os del féretro anegada en llanto. Jesús se compadece de ella, se acerca al muerto y lo resucita. 2.    Este episodio es relatado en el Evangelio de hoy con las siguientes palabras: “Se dirigía Jesús hacia una ciudad llamada Naím. Acompañaban al Señor sus discípulos y una copiosa muchedumbre de gente. Al acercarse a las puertas de la ciudad, vio que llevaban a enterrar a un joven, hijo único de su madre, la cual era viuda. Acompañaba al muerto mucha gente de la ciudad. Al contemplar Jesús a la madre, se compadeció de ella y le dijo: No llores. Después, se acercó al féretro y lo tocó. Entonces, los que lo llevaban, se pararon Y Él dijo: Joven, yo te lo mando: ¡levántate! Y

SÁBADO DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

UNA IGLESIA SANTA 1.    La Iglesia, y nosotros con ella, clama hoy desde lo hondo de su miseria: “Señor, inclina tu oído. ¡Oh Dios! Salva a tu siervo, que confía en Ti Compadécete de mí, Señor, pues he clamado a Ti durante todo el día. Alegra el alma de tu siervo” (Introito). “Purifica y protege a tu Iglesia con tu incesante misericordia. Gobiérnala siempre con tu gracia, pues sin Ti no puede permanecer segura” (Oración). ¡Un llamamiento a la misericordia de Dios! ¡La llorosa y suplicante madre de Naím! 2.    “Purifica a tu Iglesia con tu incesante misericordia” (Oración). “Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla y hacerla gloriosa, para poder presentarla sin una mancha ni una arruga, para hacerla santa e inmaculada” (Eph. 5, 26 sg.). En virtud del Espíritu Santo, que descendió sobre la Iglesia el día de Pentecostés, los hijos de aquélla deben vivir y caminar en el espíritu. Deben ser hombres espirituales, hombres que no se preocupen de la

DECIMOSEXTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

EN LA HUMILDAD ESTÁ NUESTRA FUERZA 1.    “Las gentes temerán tu Nombre, Señor, y todos los reyes de la tierra admirarán tu gloria. Porque el Señor ha reedificado a Sión y allí se dejará ver en toda su majestad” (Gradual). La liturgia aparta hoy su vista del mare magnum de la presente vida, para fijarla en el retorno del Señor, en el día en que “Él ha de volver con todo poder y majestad” (Luc. 21, 27). Con la resurrección de los muertos volverá a ser edificada Sión, la iglesia, para vivir eternamente la beatífica vida del cielo. 2.    “Señor, compadécete de mí, porque a Ti clamo durante todo el día. Sí, Tú eres bueno y manso, Señor, y rico en misericordia par con todos los que te imploran. Señor, inclina hacia mí tu oído y escúchame, pues soy una criatura pobre y necesitada” (Introito). Estamos en otoño. El Señor viene a recoger la cosecha. A lo largo del año litúrgico “ha obrado marvillas2 (Verso aleluyático) en su Iglesia. Estas maravillas” se llaman: Navidad, Pascua, Pentecos

San Wenceslao, rey y mártir. — 28 de setiembre (t 936)

El santísimo duque de Bohemia y glorioso mártir de Cristo Wenceslao fué hijo de Wradislao, príncipe cristianísimo, y de Dragomira, gentil y perversa mujer. Perdió Wenceslao a su padre siendo niño, y fué educado por Sudmila su abuela, que era santa matrona. Así lo había dispuesto el padre al morir, temeroso de que la madre pervirtiese al hijo mayor, como pervirtió al menor Boleslao de cuya educación se encargó. De suerte que Wenceslao imitó las santas costumbres de su abuela y el hermano menor las perversas de su madre. La cual como era tan impía y ambiciosa, contra lo dispuesto en el testamento de su marido, alzóse con el gobierno del estado y comenzó a perseguir la religión. Con esto Sudmila y los que bien sentían fueron de parecer que en todo caso se encargase Wenceslao del gobierno, como se hizo con rabia y despecho increíble de la madre. Era Wenceslao de lindo y grave aspecto, virgen toda su vida, templado y devotísimo. Visitando de noche las iglesias por nieves y hielos con los pi

Los santos Cosme y Damián, mártires. — 27 de setiembre (+ 303)

Los ilustres mártires de Cristo san Cosme y san Damián fueron'hermanos, naturales de Egea, ciudad de Arabia, e hijos de pa- i dres cristianos. Diéronse al estudio de las letras y ciencias humanas, y especialmente al de la medicina, en que salieron muy | excelentes, y no pocas veces por arte divina sanaban dolencias incurables. No tenían puestos los ojos en interés temporal ni curaban por dineros, sino sólo por misericordia y puro amor de Dios, y valiéndose de su arte para dar a los enfermos conocí- i miento de la ley de Cristo y de i su santo Evangelio. A esta sazón tomó las riendas del imperio romano aquel gran perseguidor de la Iglesia, que inundó el orbe con sangre de mártires, y se llamaba Diocleciano. Este envió de procónsul de Egea a Lisias, hombre cruelísimo y por extremo enemigo de los cristianos, con orden de que los exterminase. Al tener Lisias noticia de los dos santos hermanos, mandólos traer a su presencia, y procuró, con todo el artificio que pudo, persuadirles que sa

VIERNES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LLEVE UNO LA CARGA DEL OTRO. 1.    “Hermanos: Si vivimos del espíritu, caminemos también en el espíritu. Lleve uno la carga del otro” (Epístola). La carga en que piensa el Apóstol, al exhortar así a sus fieles de Galacia, es sobre todo la carga de los pecados y de las faltas que notamos en el prójimo. San Pablo piensa en los que están tentados de volverse infieles a su Dios y Señor, a su fe, a su Iglesia y a sus nobles aspiraciones. Piensa en todos los que están dispuestos a sucumbir en la tentación. También aquí tienen aplicación estas palabras: “Lleve uno la carga del otro” y esté a su lado, para preservarle de caer. Si cayere, ayúdele a levantarse de nuevo. “De este modo, cumpliréis la ley de Cristo.” 2.    El modo. La sagrada liturgia nos repite todos los días –excepto durante el tiempo de Adviento, de Cuaresma y de Pascua- estas mismas palabras del Apóstol en la Capítula de Sexta: “Lleve uno la carga del otro. De este modo, cumpliréis la ley de Cristo.” Alrededor de la h

Los santos Cipriano y Justina, mártires. — 26 de setiembre (+ 304)

La esclarecida virgen y gloriosa mártir de Cristo santa Justina nació en la ciudad de Antioquía de padres gentiles; y habiendo abrazado la fe cristiana por la doctrina de un celoso diácono, logró que también se convirtiesen sus padres y recibiesen el santo bautismo. Aunque era Justina hermosa por extremo y de excelentes gracias naturales; resplandecía a los ojos del Señor su alma mucho más por la hermosura de sus virtudes, y especialmente por su limpieza virginal, que consagró a su esposo Cristo. Había puesto los ojos en Justina y enamorándose de ella un mancebo poderoso y lascivo, o por nombre Agladio; el cual, por todos los medios que suele emplear el amor ciego, procuró atraerla a su voluntad; mas ninguno bastó para vencer el propósito de la santa virgen. No desmayó Agladio; sino que tomó por postrer remedio el favorecerse de un mal hombre, que con artes diabólicas doblegase la voluntad de Justina. Llamábase Cipriano aquel hombre y habitaba en la misma ciudad de Antioquía. A éste de

JUEVES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LLEVE UNO LA CARGA DEL OTRO. 1.    “Hermanos: Si vivimos del espíritu, caminemos también en el espíritu. Lleve uno la carga del otro. De este modo, cumpliréis la ley de Cristo” (Epístola). Caminar en el espíritu significa llevar la carga del otro. Así lo hizo Cristo. Así lo hace el verdadero cristiano. 2.    “Lleve uno la carga del otro.” Así lo hace Cristo en el Evangelio de hoy. Llega a Naím en el preciso momento en que llevan a enterrar al hijo único de una viuda. Mucha gente de la ciudad acompaña a la angustiada madre y se asocia a su dolor. Se compadecen del desamparo y de la angustia de la madre. El Señor ha dispuesto las cosas de tal modo, que su llegada a las puertas de la ciudad coincide con la llegada del cortejo fúnebre al mismo lugar. Jesús se siente conmovido. Se asocia amorosamente al dolor de la afligida madre y le ayuda a llevar la carga. “No llores.” La madre advierte en seguida que el Señor ha penetrado hasta lo más hondo de su aflicción y que se une a su do

MIÉRCOLES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

SIEMBRA Y COSECHA 1.    Otra vez vuelve a exhortársenos, a los bautizados y confirmados: Caminad en el espíritu. “Si vivimos del espíritu, caminemos también en el espíritu” (Epístola). Pentecostés, la santa Confirmación nos infundió el Espíritu Santo, junto con todas sus gracias y dones. Ahora solo resta que caminemos como hombres espirituales. Solo resta que “sembremos en el espíritu.” 2.    “El que siembre en la carne, recogerá de la carne corrupción.” La carne, los sentimientos carnales se parecen a un vasto y fecundo campo. El que siembre en este terreno, recogerá corrupción. ¿Quién siembra en la carne? El Apóstol nos lo dice bien claro: el que se preocupa de la honra vana; el que, por su ambición, por su loca vanidad y por sus orgullosas pretensiones, desprecia a los demás y es causa de riñas y disensiones; el que tiene celo y envidia del prójimo; el que corrige con aspereza y con poca caridad al hermano que ha caído; el que se tiene por algo; el que compara su conducta

San Fermín, obispo y mártir. — 25 de setiembre (t 290)

El santo obispo e ilustre mártir de Cristo, Fermín, a quien otros llaman Pirmio, fué natural de Pamplona de Navarra, e hijo de un ilustre senador y muy poderoso. Sus padres, habiendo detestado la idolatría y abrazado la fe de Cristo, se dieron con gran diligencia a la práctica de todas las virtudes cristianas, conforme a los consejos de san Honesto, obispo de Tolosa de Francia, de quien habían recibido el santo bautismo; y no fué el menor de sus cuidados la cristiana educación de su hijo Fermín, que aprendió de sus devotos padres el socorrer con limosnas a los pobres y necesitados, y con saludables enseñanzas a los rudos e ignorantes. Consagróse de joven al servicio de Dios recibiendo el sacerdocio, y por sus méritos y virtudes llegó a ocupar la sede episcopal de Pamplona. Ardía en su pecho el deseo de la dilatación de la fe y de la salvación de las almas: por lo cual, predicando con apostólico celo, pasó a la Galia que entonces se llamaba Lugdunen. se, recorrió varios pueblos disemina

MARTES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

EL “MEMENTO” DEL CELEBRANTE 1.    “Al acercarse a las puertas de la ciudad, vio que llevaban a enterrar a un joven, hijo único de su madre, la cual era viuda. Acompañaba al muerto mucha gente de la ciudad” (Evangelio). La sagrada liturgia ve en la madre de Naím un símbolo de la Iglesia orante. En la muchedumbre, que acompañaba a la viuda de Naím y se asociaba a su duelo por el muerto, ve la sagrada liturgia un símbolo de todas las madres, parientes, curas de almas, maestros y educadores que se lamentan y oran por algún muerto, por algún ser depravado, por algún ser extraviado o perdido espiritualmente. El Señor se hace también el encontradizo con todos éstos y les consuela, diciendo: “No llores.” Se encuentra con todos ellos principalmente en el sacrificio de la santa Misa. El encuentro se realiza por medio del sacerdote que celebra el santo sacrificio. 2.    “Señor: Acuérdate de tus siervos y siervas y de todos los presentes, cuya fe y devoción te son bien conocidas.” ¡Miste

Nuestra Señora de las Mercedes. — 24 de setiembre

Estaba todavía gran parte de España oprimida bajo el yugo de los sarracenos, y gran número de cristianos gemían en la más dura y cruel esclavitud con grave peligro de abandonar la santa fe que de sus padres habían recibido; cuando algunos piadosos varones, compadeciéndose de la miserable suerte de sus hermanos, se reunieron para tratar de socorrerlos y procurarles el alivio de sus penas. Desde el año 1190 se ocupaban en tan benéfica obra unos caballeros catalanes; mas no se instituyó la orden religiosa para la redención de cautivos, hasta principios del siglo siguiente. Esta obra heroica de auxiliar a los cristianos puestos en cautiverio traía muy pensativo a san Pedro Nolasco: cuando he aquí que una noche se le apareció la serenísima Reina de los cielos, consoladora de los afligidos, y le manifestó ser voluntad suya y de su benditísimo Hijo que en su honra se instituyese una religión que tuviera por fin principal redimir a los cristianos cautivos, y cuyos religiosos estuviesen prontos

LUNES DE LA DECIMOQUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LA ORACIÓN DE LA IGLESIA 1.    Un encuentro bien extraordinario. Jesús, acompañado de sus discípulos, llega a Naím como al azar. Al penetrar en la ciudad, se encuentra con un cortejo fúnebre: llevan a enterrar a un joven, al único hijo de una pobre viuda. El Señor se fija en la desolada madre, la cual sigue en os del féretro anegada en llanto. Jesús se compadece de ella, se acerca al muerto y lo resucita. 2.    Este episodio es relatado en el Evangelio de hoy con las siguientes palabras: “Se dirigía Jesús hacia una ciudad llamada Naím. Acompañaban al Señor sus discípulos y una copiosa muchedumbre de gente. Al acercarse a las puertas de la ciudad, vio que llevaban a enterrar a un joven, hijo único de su madre, la cual era viuda. Acompañaba al muerto mucha gente de la ciudad. Al contemplar Jesús a la madre, se compadeció de ella y le dijo: No llores. Después, se acercó al féretro y lo tocó. Entonces, los que lo llevaban, se pararon Y Él dijo: Joven, yo te lo mando: ¡levántate!

Santa Tecla, virgen y mártir. _ 23 de setiembre (hacia el fin del siglo I)

La esclarecida virgen y protomártir santa Tecla nació de ilustres padres en Iconio de Licaonia. Hallábase en dicha ciudad cuando llegó a ella el apóstol san Pablo a predicar el Evangelio.. A la fama de la nueva doctrina, acudió Tecla a oir las enseñanzas del apóstol, y quedó tan convencida de la verdad de la fe cristiana y tan enamorada de la castidad por las alabanzas que de ella oyó, que desde luego resolvió firmemente consagrar su virginidad a Dios, renunciando _ al matrimonio que sus padres tenían ya concertado con un joven muy noble y bien apuesto, por nombre Tamiris. Y no se contentó con entablar ella sola una vida de oración y recogimiento conforme a las prescripciones del santo apóstol; sino que atrajo al mismo género de vida a gran número de doncellas. Bajo la disciplina de Tecla alcanzaron sublime grado de santidad, entre otras, dos matronas llamadas Trifena y Trifosa. Tanto los padres de Tecla como el joven Tamiris llevaron tan a mal que la santa, por seguir una ley nueva de