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Mostrando entradas de julio, 2018

31 de Julio, San Ignacio de Loyola

Con san Ignacio, celebramos al Santo principal de la Contra-reforma católica; el cual, fue elegido por Dios para oponerse al naciente protestantismo que estaba causando estragos en Europa y que tendrá una influencia considerable sobre la vida de la iglesia. Nació en 1491 en Loyola en España. Primero fue page en la corte del rey de España, abrazó rápidamente la carrera militar sin ser particularmente piadoso. Como resultado de una herida recibida en Pamplona, pasa su convalecencia   leyendo libros y se da cuenta que   mientras las lecturas de libros piadosos le excitan y le deja paz en el alma, los libros de caballerías y novelas después de una breve euforia le deja tristeza en su espíritu. Se convertirá al Señor durante esta convalecencia y se retirará en Manresa para hacer penitencia, soledad y oración. Recibirá gran luz de Dios y preparará sus famosos ejercicios espirituales, caracteriz

Cuándo nos llega la tentación

En el año de 1200, una monja llamada Beatriz, de cuerpo gentil, fervorosa de espíritu y devotísima de la Virgen Santísima en un comienzo, andando luego con poca cautela por la reja o locutorio, de que era portera, comenzó a entibiarse en el espíritu, y pasando de una falta a otra, y de un pecado a otro, llegó a tal estado, que no tenía de religiosa sino el hábito que traía; y aún éste determinó dejarlo y huir del monasterio, juntamente con uno de los sacristanes, de quien se había enamorado locamente por sus imprudencias.  Pero, antes de ejecutar semejante sacrilegio, se fue delante de una imagen de la Virgen Santísima, y dejando a sus pies el sagrado hábito y las llaves del monasterio, le dijo:  «Virgen Santísima, os dejo y abandono; mas Vos no me abandonéis a mí, acordándoos de los obsequios que os he hecho en este santo lugar. Tened Vos, Señora, cuidado de estas sagradas vírgenes; sed Vos su ángel custodio. Adiós, María, os dejo».  Dicho esto emprendió la marcha, y salió del sagrad

Xº después de Pentecostés

Jesús decía a los que se creían justos y despreciaban a otros... En el Evangelio de hoy nuestro Señor presenta dos caracteres: la observación estricta de la ley por parte del fariseo y del publicano pecador público y, contra todo pronóstico, es el publicano a quien Jesús alaba. Estas palabras debieron golpear fuerte a aquellos corazones, cuando fueron pronunciadas... Los Santos, en su sabiduría, conocían bien que el juicio de Dios no era como el de los hombres, y temían...  Así Santa Teresa del niño Jesús sentía preocupación por las pobres y pequeñas acciones diarias de su vida Carmelitana, y fue necesaria la intervención de la Beata Ana de Jesús, durante su sueño para tranquilizarla: sí ¡ Dios está muy contenta con tus sacrificios ! El Santo Cura de ARS quería abandonar la parroquia. Podía ver perfectamente el bien que estaba allí realizándose y escuchaba los elogios de la gente piadosa; pero él no tenía ninguna

Segundo artículo del Credo

La confesión de este segundo artículo del Credo, esto es, de la divinidad de nuestro Señor Jesucristo, es el fundamento de nuestra redención y salvación. Lo cual se entenderá mejor si se considera la pérdida de aquel felicísimo estado en que Dios había colocado a nuestros primeros padres. Habiendo faltado Adán a la obediencia debida a Dios, y quebrantado su prohibición: «Puedes comer de todos los árboles del paraíso; mas del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque en cualquier día que comieres de él, inexorablemente morirás», incurrió en la extrema desgracia de perder la santidad y justicia en que había sido creado, y de quedar sujeto a los demás males con que Dios le había amenazado: los sufrimientos y la muerte. Para colmo de males, este pecado y su pena no se limitaron a Adán, sino que de él, como de principio y causa, se transmitió justamente a toda su descendencia. Habiendo, pues, caído nuestro linaje del altísimo grado de dignidad en que estaba, no podía

Examen de conciencia para adultos

En estos tiempos en los que nos toca vivir, se constata que las personas no poseen una conciencia bien formada. Hoy ya no se tiene un correcto concepto de lo que es pecado. Cuando se le cuestiona a alguien que se viene a confesar (normalmente después de mucho tiempo), lo primero que alegan es que no tienen conciencia de haber cometido ningún pecado grave (no he robado, no engaño a mi cónyuge ni digo blasfemias...). ¿Que nos dice esto? Que nuestra formación y conocimientos de la ley de Dios está a un nivel muy bajo. Como si todos los Mandamientos y leyes de Dios y de la Iglesia se redujeran a solo esas dos o tres faltas. He pensado dejar a vuestro alcance un examen de conciencia casi exhaustivo con el fin de que podáis afirmar vuestra conciencia en el bien moral. Examen de conciencia para adultos Creo en un Salvador amoroso que perdona mis pecados y me da las gracias para llegar a ser santo. Jesucristo, a través del ministerio de Sus sacerdotes, hace ambas cosas en el Sacramen
Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias. Nada nos dicen los libros sagrados sobre los padres de la Santísima Virgen, pero Ana es una palabra hebrea que significa gracia. Esto nos basta para saludar en la esposa de San Joaquín al tipo de la mujer fuerte, adornada con todas las virtudes que nos pinta la Epístola de este día. Conocemos a Santa Ana sólo por ciertas tradiciones que se pueden remontar hasta la primera mitad del siglo II. Los padres de la Virgen María constituyen el eslabón que une el antiguo Israel con el nuevo: Recibieron la bendición del Señor» y por ellos nos llega «la salvación prometida a todos los pueblos». Dieron el ser a aquella de la que había de nacer el Hijo único de Dios. De ahí que San Juan Damasceno les pueda saludar en estos términos: «Joaquín y Ana, ¡feliz pareja! la cr

Don Bosco y la confesión

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El Santo Cura de Ars solía decir que cuando nos confesamos desclavamos a Nuestro Señor de la Cruz. Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en la sangre del Buen Dios que corre por nuestra alma lavándola y volviéndola bella como era después del bautismo. Compartimos con ustedes un milagro del gran apóstol de la confesión, San Juan Bosco.  Un muchacho, de unos quince años, llamado Carlos, que frecuentaba el Oratorio, cayó gravemente enfermo en 1849 y, en poco tiempo, se encontró a las puertas de la muerte. Vivía en una fonda, pues era hijo del fondista. Al verle el médico en peligro, aconsejó a sus padres que lo invitaran a confesarse y éstos, muy afligidos, preguntaron a su hijo qué sacerdote quería que se llamara. Él mostró gran deseo de que fueran a llamar a su confesor ordinario, que era Don Bosco. Fueron enseguida; pero, con gran pesar, respondiéronles que estaba fuera de Turín. El muchacho mostraba una gran pesadumbre, por