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Mostrando entradas de enero, 2018

La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - y 4ª Parte

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(Sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377) “Unus Dominus, una fides, unum baptista” "No hay más que un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (San Pablo a los Efesios, IV, 5) _____________________________ [Proviene del artículo " La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - 3ª Parte "] Y si la Iglesia católica, mis hermanos, presenta a nuestros espíritus la enseñanza de la verdad con tantos miramientos y dulzura, ¡ah! es aún con mayor condescendencia y bondad que ella aplica sus principios a nuestra conducta y nuestras acciones. Incapaz de soportar jamás las malas doctrinas, la Iglesia es tolerante sin medida hacia las personas; jamás confunde el error con quien lo enseña, ni al pecado con quien lo comete. Ella condena el error, pero sigue amando al hombre; al pecado lo denigra, pero al pecador lo pe

Sirvamos a Dios con fidelidad

Sirvámosle con perseverancia, que su providencia Misericordiosa sabrá sacarnos felizmente de todos los malos pasos. Cuando más se multipliquen los enemigos, cuantos mayores sean los peligros, más debemos contar sobre su protección, con tal que no sirvamos a otro Señor. No debemos olvidarnos que la vida es, y debe ser considerada, como una constante guerra al mundo, al demonio y a la carne; es menester que se sepa debajo de qué bandera se sirve, y por cuales intereses se pelea. Sólo el Señor, con su divina gracia, puede hacernos escapar de los que nos buscan para quitarnos la vida del alma. Sólo su mano benéfica puede aliviarnos de las aflicciones que nos sitian, de la violencia del fuego que nos amenaza, de las entrañas del infierno en que nos quieren precipitar tantos enemigos. Y frente a todas estas amenazas que nos rodean, ¿Quién es el que estudia en ganar la buena gracia del Señor? ¿Quién se preocupa, quién se aflige por merecer su protección? ¿Quién se guarda, quién se desvela p

La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - 3ª Parte

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(Sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377) “Unus Dominus, una fides, unum baptista” "No hay más que un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (San Pablo a los Efesios, IV, 5) _____________________________ [Proviene del artículo " La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - 2ª Parte "] II. Es propio de la Iglesia católica, mis hermanos, el ser firme e inquebrantable acerca de los principios y mostrarse dulce e indulgente en su aplicación. Cardenal Pie ¿Qué tiene de asombroso? ¿No es ella la esposa de Jesucristo y, como Él, no posee a la vez el coraje intrépido del león y la mansedumbre pacífica del cordero? ¿Y no representa ella sobre la tierra la suprema Sabiduría, que tiende con fuerza a su fin y que aplica todo suavemente? ¡Ah!, es también por este signo, es sobre todo por este signo, que la religión

La Virtud de la dulzura

Considera que a la dulzura se la puede llamar una virtud predilecta, la virtud favorecida de Jesucristo. No se contentó con enseñarnos esta amable virtud, sino que el mismo se nos propuso como ejemplo: “ Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón (Mt 11)”. A vista de esto, ¿qué hay que admirar que la dulzura fuese una virtud tan familiar a todos los discípulos de Cristo? Son inseparables la dulzura y la humildad, haciendo una y otra como el carácter de la verdadera devoción. Busca un santo que no haya tenido ese espíritu de dulzura. Siempre que se va a ver algún sujeto que está en reputación de eminente santidad, se va con la idea de encontrar un hombre dulce, suave y apacible. La Escritura dice que Moisés era el hombre más dulce de todos los mortales (Ps 151). Bienaventurados los mansos, dice el Salvador del mundo. La dulzura en san Francisco de Sales no fue virtud de temperamento, sino de Religión. Necesitó vencerse, reprimirse, mortificarse mucho tiempo para conseguirla. N

La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - 2ª Parte

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(Sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377) “Unus Dominus, una fides, unum baptista” "No hay más que un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (San Pablo a los Efesios, IV, 5) _____________________________ [Proviene del artículo " La intolerancia doctrinal (Cardenal Pie) - 1ª Parte "] Cardenal Pie (1815- 1880 ) El cristianismo, al momento de aparecer (anoten esto, mis hermanos, pues son esquemas históricos de indudable valor relacionados con la cuestión presente); el cristianismo, en su primera aparición, no fue rechazado de plano. El paganismo se preguntaba si, en lugar de combatir a esta religión nueva, no debía darle cabida en su seno: la Judea se había convertido en provincia romana; Roma, acostumbrada a recibir y conciliar todas las religiones, acogía inicialmente sin mucho esfuerzo al culto venido de la Ju

El celo sacerdotal

De nada sirve, según el lenguaje de las santas escrituras, el agradar a los hombres; solo se cuenta en el número de los buenos el que procura agradar a Dios. Si yo pensase en complacer á los hombres, decía el Apóstol san Pablo, no sería siervo de Jesucristo. El mismo Salvador dice expresamente, a sus discípulos que no pueden agradar al mundo, porque no son del mundo; que si lo fueran, el mundo los estimaría. Y si este oráculo divino debe verificarse respecto a cualquier fiel imitador de Jesucristo, mucho mas se debe comprobar de sus ministros. La conducta de estos debe ser una continua censura de las máximas del mundo; deben reprender, argüir, corregir y enmendar todo género de delitos, a todas horas, en todas ocasiones; y con esto es imposible que pueda granjearse la estimación del mismo mundo. La mayor prueba de la virtud de un sacerdote es el no hacer caso de los aplausos y elogios de los mundanos; antes bien debe despreciarlos y huir de ellos, como que son la polilla que roe las

¡Dichoso aquél que muere en el Señor!

“ Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor ”. Y ciertamente, sin esta bienaventuranza ¿de qué sirven todas las demás? Morir en el Señor es morir predestinado, es morir en su gracia, es morir en su amistad, es morir como murieron los santos; es entrar en el goce del Señor para nunca salir de él, es tomar posesión del mismo Dios. Toda la vida se nos da únicamente para disponernos a lograr una tal muerte; ¿pero nos ocupamos mucho en esta disposición durante la vida? ¿De qué le sirve al hombre haber vivido con las mayores conveniencias, con la mayor brillantez? ¿De qué haber poseído riquezas, bienes, honores, haber ganado todo el mundo si al cabo se pierde? ¿y qué equivalente podrá encontrar de su alma? ¡Dichoso aquél que muere en el Señor! Entonces ya no hay riesgos que evitar, ya no hay enemigos que temer, ya no hay trabajos, no hay desgracia que recelar. Ya se llegó dichosamente al puerto, donde no se temen los vientos, ni las tempestades. La muerte santa es fruto de una sa

¿Por qué el dolor y el sufrimiento? (y 4ª parte)

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[Continuación del artículo:  ¿Por qué el dolor y el sufrimiento? (3ª parte) ] DOLOR Y POBREZA INTERIOR Hay ciertas almas que se quejan, y en su interior dicen: "Ser incapaces de cualquier esfuerzo físico, incapaces incluso de un pensamiento definitivo... y luego, hasta el límite extremo de esta nada interna, perder la fuerza de elevar a Dios una oración... Es considerada una cosa inútil... ser una víctima sin nunca sentir la oscura alegría del sacrificio, morir, no en la exaltación resultado de una ofrenda libertadora; sino en la agonía insípida de las lentas horas ociosas. Vagar sin fin por los caminos, por los ingratos caminos de la impotencia, llegar a ser un alma rica de su única miseria, llena de su único vacío... Para caer inexorablemente por debajo del entusiasmo y la alegría, por debajo del dolor, incluso por debajo de los tormentos fructíferos del remordimiento, en un olvido que esteriliza todo lo que es vida, calor, plenitud. Y allí... pronunciar, frente al si

El testimonio del buen ejemplo

(Lectura: Hechos de los Apóstoles, cap. 20) “ Testigos sois del modo con que me porté con vosotros, sirviendo a Dios con toda humildad ”. Esta fue la virtud de san Pablo, y esta fue también por decirlo así, la virtud de Cristo: “ manso y humilde de corazón ”. Es la humildad el cimiento de toda virtud, y el titulo primordial para tener derecho a la eterna bienaventuranza. Con ella se puede aspirar a su dichosa posesión; y sin ella es vana toda pretensión de conseguirla. La soberbia precipitó de la corte celestial a los ángeles rebeldes, y la humildad la volvió a poblar de tantos espíritus verdaderamente humildes. La virtud, la inocencia, el mérito y la misma santidad ofrecen grandes materiales al ejercicio de esta virtud. Ninguno hay que no pueda y no deba humillarse; el pequeño amando su oscuridad y su abatimiento. Si Dios hubiera hecho que dependiera nuestra salvación de otra virtud, muchos quizás se considerarían excluidos de su Reino; pero ninguno se puede excusar de ser humild

Cardenal Pie, lúcido y valiente obispo de Poitiers

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Louis Edouard Pie (1815-1880), hijo de un zapatero, nace en un pueblecito de la diócesis de Chartres, estudia en un colegio y en el Seminario Menor de esa ciudad, en 1835 ingresa en el Seminario de San Sulpicio, cerca de París, es ordenado sacerdote en 1839 y Obispo de Poitiers en 1849, donde ejerce su ministerio pastoral durante treinta años, hasta su muerte, siempre bajo el lema mariano Tuus sum ego, que hace suyo ya al recibir el subdiaconado. A mediados del XIX, cuando parte del episcopado francés era galicano y otra parte ultramontano, según se inclinase a una cierta autonomía de Roma o profesara una fidelidad total a la Sede romana, el Obispo de Poitiers se adhiere siempre en doctrina y disciplina a Roma, como todos los obispos de la zona eclesiástica de Burdeos, a la que pertenece Poitiers. Muerto el Beato Pío IX (1878), con quien mantenía una relación personal y cordial muy estrecha, su sucesor, León XIII, en uno de sus primeros actos, creó Cardenal al Obispo de Poitiers (1

La intolerancia doctrinal, (Cardenal Pie) - 1ª parte

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(Sermón predicado por el Cardenal Pie en la Catedral de Chartres, publicado en “Obras Sacerdotales del Cardenal Pie”, editorial religiosa H. Oudin, 1901, Tomo I pág. 356-377) “Unus Dominus, una fides, unum baptista” "No hay más que un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (San Pablo a los Efesios, IV, 5) _____________________________ Cardenal Pie Un sabio ha dicho que las acciones del hombre son las hijas de su pensamiento, y nosotros mismos hemos comprobado que tanto los bienes como los males de una sociedad son fruto de los principios buenos o malos que ella profesa. La verdad en el espíritu y la virtud en el corazón son dos cosas que se corresponden casi puntualmente: cuando el espíritu se ha entregado al demonio de la mentira, el corazón —no obstante que el desorden no haya comenzado por él— está muy cerca de abandonarse al demonio del vicio. La inteligencia y la voluntad son dos hermanas, entre las cuales la seducción es contagiosa: si ven que la prime