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Mostrando entradas de agosto, 2019

DUODÉCIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

EL BUEN SAMARITANO 1.    Renovemos hoy nuestra fe en la gloria y en la grandeza que nos comunicó Cristo, el buen samaritano, en el día de nuestro santo Bautismo y que continúa comunicándonos constantemente en la santa Iglesia. Dejémonos animar y vivificar siempre por esta fe. “¡Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros estáis viendo!” 2.    “Yo os lo digo: Muchos profetas y reyes (del Antiguo Testamento) ansiaron ver lo que vosotros estáis viendo, y no lo vieron; desearon oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron” (Evangelio). Ellos poseían la circuncisión, la Ley de Moisés, el Templo de Dios, el sacrificio diario en Jerusalén, los almos, los libros santos. Pertenecían al pueblo de Dios y gozaban de una especialísima protección divina. Sin embargo, no estaban aún contentos. Deseaban oír y contemplar lo que oímos y contemplamos todos nosotros, los cristianos, los bautizados, los hijos del Nuevo Testamento, los hijos de la Iglesia: deseaban ver y oír a Cristo. Pero no se

Domingo, 1 de septiembre: XII después de Pentecostés

Según los relatos auténticos, durante la octava aparición de Nuestra Señora en Lourdes, el 24 de febrero de 1858, la Virgen María mira a la multitud que rodea la cueva, su rostro se entristece y ella le dice a Bernadette: " Rezarás a Dios por los pecadores..."   La parábola del Buen Samaritano nos enseña lo mismo que la Virgen en Lourdes: ¿No es triste vivir en este mundo lleno de heridas y pecados? Como las heridas dadas por los ladrones a los  pobres  viajeros... Como los pecados del Sacerdote y del Levita, aquellos que se hacen indiferentes a la miseria de los demás... Pero en medio de estas penas también hay manifestaciones de bondad, ternura, de oración. Como este samaritano, un personaje mal visto, pero que muestra un gran amor por aquel que sufre... ¿Cómo se comporta nuestro corazón frente a tantas miserias? Los Padres de la Iglesia vieron en este samaritano una imagen de Jesucristo, que vino del Padre, sufriendo persecución, para sanar a la humanidad enferma, para c

AVISO

Durante lo que resta del mes de Agosto, el Blog permanecerá sin editar ningún artículo. Espero que vuestras Vacaciones sean un motivo de crecimiento espiritual, de virtud y de buenas lecturas. Dios y María Sma. os bendigan y cuiden.

ACCIÓN DE DIOS EN NOSOTROS

     1. “Dios obra todo en todos” (Epístola). Éste es el fundamento de la humildad cristiana. “Por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no ha permanecido estéril en mí. Al contrario, he trabajado más que todos los otros (Apóstoles). Pero no he sido yo el que lo ha hecho, sino la gracia de Dios (que vive) en mí” (1 Cor. 15, 10). ¿Qué es Apóstol de sí mismo? Un “aborto”, como se llama el mismo, indigno de ser elegido para Apóstol de Cristo. “Yo soy, en efecto, el más pequeño de todos los Apóstoles y no merezco llamarme así, pues he perseguido la Iglesia de Cristo” (1 Cor. 15, 8). Dios da su gracia al humilde, al publicano, al que se golpea su pecho con sincero y humilde arrepentimiento, al que piensa de sí mismo bajamente, como el Apóstol San Pablo. Al humilde Dios se lo concede todo. 2. “Dios es quien nos da el querer” (Phil. 2, 13). Para el pecado nos bastamos nosotros mismos. Después del pecado original nuestra naturaleza está profundamente inclinada al mal. Nuestra

SOBERBIA Y HUMILDAD

       1. “El que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado.” El fariseo y el publicano. El amor propio, que se gloria de sí mismo, llegando hasta el desprecio de Dios, y el amor divino, que hace al hombre olvidarse de sí mismo por amor a Dios y a la verdad le impulsa a poner toda su confianza en la misericordia y en la gracia divinas. Soberbia y humildad. La soberbia es el espíritu del mundo, la humildad es el espíritu de Cristo y de su Iglesia, es el espíritu del Cuerpo de Cristo. 2. La soberbia es el espíritu del mundo, del no cristiano. Es soberbio el que sigue sus propios gustos y caprichos, el que no reconoce más ley que su propia voluntad. La soberbia aparta al hombre de Dios. Le induce a atribuirse a sí mismo y a no poner al servicio de los mandamientos y de la voluntad de Dios, los talentos, las cualidades y energías, así del cuerpo como del espíritu, que el creador le ha dado. El soberbio quiere ser único y absoluto dueño de sí mismo. No admite con

SOBERBIA Y HUMILDAD

       1. ¡Fariseo y publicano, soberbia y humildad! De una parte, el soberbio, el jactancioso incrédulo, que solo confía en sí mismo, que no tiene necesidad de ningún Dios ni de ningún Redentor, de ninguna Iglesia ni de ninguna oración. De otra, la Iglesia, que implora de Dios, con humilde fe y con instantes súplicas, la luz y la gracia para el bien; la Iglesia, que no confía nada en sí misma, sino que todo lo espera de Dios y de su misericordia. Ésta –la Iglesia, la humildad- vuelve justificada a su casa. En cambio, aquél –el incrédulo, la soberbia- se queda lo mismo que estaba. Razón: porque “todo el que se ensalza, será humillado; y, todo el que se humilla, será ensalzado”. ¡Ley fundamental, que rige por igual el mundo de la naturaleza y el mundo de la gracia! 2. “El que se ensalza, será humillado.” La soberbia es debilidad. El soberbio cree que todo lo puede hacer él solo. No tiene necesidad de Dios ni de los hombres. Se basta a sí mismo. ¿Resultado? Cada día experimenta de n

Domingo 4 de agosto: 8 º domingo después de Pentecostés

¡Haceos amigos con las riqueza de iniquidad! El Evangelio nos muestra la increíble figura del mayordomo deshonesto. Se llama Crux praedicatorum : la Cruz de los predicadores, por lo difícil que resulta explicar que nuestro Señor pueda alabar a un ladrón. Sin embargo, hay un robo que es bueno, que es recomendado por el Señor, y que nos valdrá la pena realizar: la amistad de los Santos del cielo. ¿He pecado? Puedo regresar en un momento a Dios y pedir Su sangre que purifica, Su misericordia, y el Señor, está más pronto a perdonar que una madre sacar a su hijo del fuego en que haya podido caer, como dijo San Francisco de Sales, El nos acogerá siempre. ¡Qué maravilla! Es incluso un robo, porque este almacén de misericordia no es nuestro, nosotros no lo hemos merecido... Poco importa... Nuestra oportunidad es que el Señor nos invita a venir a saquear el tesoro, y Él puede bien algún día culparnos a nosotros de haber desperdiciado esa gran oportunidad que nos ofreció de acogernos a la inte

PARA NUESTRO ESCARMIENTO

        1.  En el Bautismo y en la Confirmación se realizó con nosotros una misteriosa y divina selección. La liturgia del tiempo después de Pascua y después de Pentecostés no se cansa de recordarnos nuestros tesoros y nuestra elección gratuita. Hoy nos estimula a que seamos fieles a nuestra gracia bautismal, a que respondamos realmente a nuestro nombre de cristianos. “El que crea estar seguro, tenga cuidado no caiga” (Epístola). También nosotros podemos menospreciar la gracia y hacernos infieles a nuestra vocación ¿Y después? 2. “ El que crea estar seguro, tenga cuidado no caiga.” La Epístola y el Evangelio de hoy se esfuerzan en que pongamos toda nuestra atención en el pueblo de Israel, en el pueblo, escogido por Dios y enriquecido por Él con un sinnúmero de gracias. Israel es el pueblo más prodigioso de la historia. Dios le liberta maravillosamente del poder de los egipcios. Después, le rodea de una atmósfera de continuo prodigio y le custodia con una protección verdaderamente e

LA FILIACIÓN DIVINA.

1. “Vosotros habéis recibido el espíritu de filiación.” Por lo mismo, no somos “huéspedes y extranjeros”, que pasan de largo: somos miembros de la Familia de Dios, somos moradores de aquella casa cuya piedra fundamental es el mismo Cristo (Eph. 2, 20). En el santo Bautismo y en la confirmación hemos sido enriquecidos con inagotables tesoros ¡Qué poco pensamos en ellos, sin embargo! 2. La filiación divina es la raíz y el origen de todas las virtudes, de la santidad cristiana. Los dones de la naturaleza son muy variados. Cada hombre posee los suyos propios. La gracia edifica sobre la naturaleza. Ennoblece y dignifica las facultades, los talentos y las energías de la naturaleza. También la gracia es muy distinta en cada uno de los individuos, en cada una de las almas. “A cada uno de nosotros se nos ha dado la gracia conforme a la medida de la donación de Cristo” (Eph. 4, 7). En el rebaño de Cristo cada una de las ovejas posee su nombre propio. El señor las conoce a todas, una por un

LA VOLUNTAD DE DIOS

1. “Libertados del pecado, habéis sido convertidos en siervos de Dios. Vuestro fruto será: ahora, la santidad; más tarde, la vida eterna” (Epístola). En estas pocas palabras condensa el Apóstol todo el contenido de nuestra vida cristiana. El cristianismo es una resurrección del pecado a la vida para Dios, a la santidad, a la vida eterna. Por el Bautismo hemos sido convertidos en siervos de Dios, con la obligación de hacer en todo su santa voluntad. Hacer en todo la voluntad de Dios: he aquí la ley fundamental, la esencia de nuestra vida cristiana. Pero, para poder cumplir esto, se necesita primero ver en todo la voluntad divina. 2. Ver en todo la voluntad de Dios. Verla en todas las cosas y en todos los sucesos de la vida, en las obligaciones, en los trabajos, en las dificultades, en los dolores y en las humillaciones de toda clase. En todos los dictámenes de la sana razón, en todas las exigencias del estado o vocación individual y social. En todo lo que pueda acaecernos durante el d