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Mostrando entradas de marzo, 2021

JUEVES SANTO

  LA ÚLTIMA CENA Después de haber dado Jesús a los suyos ejemplo tan grande de humildad, lavando los pies a sus discípulos, se sentó de nuevo a la mesa y, tomando pan entre sus manos, lo partió en pedazos y lo dio a los discípulos, diciendo: "Tomad y comed, éste es mi cuerpo que se da por vosotros. Del mismo modo, tomó enseguida el cáliz, dio gracias y se lo entregó, diciendo: Esta es mi sangre, que será derramada por vosotros (1 Co. 11, 24. - Mt. 26, 28) ." Estas palabras: "LO PARTIÓ en pedazos, se DA por vosotros, será DERRAMADA por vosotros" nos traen a la imaginación los sufrimientos del Hombre-Dios; por eso, según enseñanza de la Iglesia, la Eucaristía es un recuerdo de la Pasión que se perpetúa entre nosotros.  Pero no es solamente recuerdo, es además, y sobre todo, REALIDAD constante e INCRUENTA. Como sacrificio, la Eucaristía renueva la inmolación del Calvario, como sacramento nos aplica los frutos de esta inmolación. El Salvador se inmola sobre el altar con

MIÉRCOLES SANTO

  EL VIACRUCIS (2) La vida presente, lo mismo que el Vía-Crucis es un largo camino de DOLORES, que habremos de recorrer entre un Pretorio y un Calvario. El Pretorio puede estar figurado por la habitación en que nacimos, y el Calvario, por la habitación en que habremos de morir. En la primera estancia fuimos condenados a muerte, ratificándose la sentencia pronunciada en el paraíso terrenal, y en la segunda estancia se cumplirá esa sentencia al expirar en el lecho del dolor, como Jesús expiró sobre el patíbulo del Gólgota. Las doce estaciones INTERMEDIAS del camino de la Cruz las representan las épocas o días de sufrimientos con que Dios ha jalonado nuestra ruta en la tierra, y nos  recuerdan que nuestra vida es un viaje más o menos largo, con pruebas mayores o menores, hacia un Calvario o lecho de muerte, de donde seremos conducidos al sepulcro. ¿Y qué nos enseñan estas estaciones, sino que debemos vivir santamente para morir como los predestinados? Al emprender el camino de la vida, te

MARTES SANTO

  EL VIACRUCIS Jesús AMÓ la Cruz. Desde el momento de su Encarnación la tuvo ante los ojos. Amó las privaciones, los tormentos y los oprobios que le estaban destinados. -Siguiendo el ejemplo divino, contemplemos con frecuencia la Cruz con que fuimos redimidos y en ella encontraremos motivos para amar, como él, las aflicciones, la pobreza y la abyección. "Habiendo, pues, Cristo, dice el Príncipe de los apóstoles, padecido por nosotros la muerte en su carne, armaos también vosotros de esta consideración (1 Pedro 4, 1)" , y esta consideración reanimará nuestro valor para soportar las pruebas de la vida. Después que la Sabiduría encarnada quiso en favor nuestro apurar hasta las heces el cáliz de la amargura, ¿habremos nosotros de beber siempre la copa de los placeres? Discípulos fieles de Jesucristo, cuyo ejemplo imitaban, ¿Qué no hicieron los SANTOS por caminar en pos de él? ¡Con cuánto amor se abrazaron a la vida penitente y soportaron las afrentas y los dolores! Santa Margarit

LUNES SANTO

LA SANTA FAZ Un distinguido sacerdote de Florencia tenía la costumbre de ORAR ante una imagen de la Santa Faz. Como todos los días pasaba largo espacio de tiempo en tan piadoso ejercicio, una joven mundana que vivía en la casa vecina pudo indiscretamente observarle y se figuró que lo que hacía este sacerdote era admirarse a sí mismo largo rato ante el espejo, y le pidió que le prestase el espejo porque deseaba verlo. El santo sacerdote consintió en ello y le enseñó la imagen del Salvador. "He aquí, le dijo con sencillez, el ESPEJO en el cual tú misma deberías contemplarte todos los días: en él verías el rostro de Jesús, terriblemente desfigurado, imagen de tu alma, obra de tus pecados. Purifícate, pues, de ellos por el arrepentimiento, para merecer algún día la gracia de ver en el cielo esa Faz resplandeciente de gloria." -Estas palabras, pronunciadas por el santo sacerdote, enternecieron el corazón de la joven pecadora, que desde aquel mismo día comenzó una vida de penitenci

DOMINGO DE RAMOS

EL MISTERIO DEL DÍA ¿Quién hubiera podido pensar que Jesús, después de haber sido objeto del entusiasmo del pueblo que le aclamó delirante, se convirtiera en tan breve espacio, y a pesar de ser el más dulce de todos los príncipes, en objeto del odio y desprecio de aquel mismo pueblo? Hoy los judíos se precipitan a su encuentro, ensalzan su nombre y le llenan de alabanzas. Dentro de breves días enviarán soldados para prenderle, amarrarle y llenarle de golpes y de injurias. Hoy cantan: "Hosanna al Hijo de David", pronto preferirán la libertad de Barrabás antes que la suya, y gritará: "¡Crucifícale, crucifícale!"- Tal es la INCONSTANCIA del mundo, que maldice al día siguiente a quien exaltó la víspera. Aun antes de terminarse tan hermoso día, el Señor tan pacíficamente triunfador, había sido ya casi olvidado por los mismos que, poco había, le aclamaron con entusiasmo delirante. Jesús en Jerusalén, durante todo el día, predicó, sanó enfermos y derramó en torno de si la

SÁBADO DE PASIÓN

LAS PENAS INTERIORES DEL SEÑOR El Salvador, Cabeza del cuerpo místico de la Iglesia del que somos miembros, llevó en su Corazón todas nuestras penas, tribulaciones y amarguras; por eso es justo que nosotros tomemos parte en sus sufrimientos, tan intensos que ninguna inteligencia creada sería capaz de comprender. Nuestra COMPASIÓN, por tanto nunca podría ser excesiva, aun cuando nos arrancase lágrimas de sangre. ¡Cuántos santos lloraron al meditar la Pasión del Señor! Si nosotros amáramos a Jesús, participaríamos de sus dolores, por lo menos a la manera que un hijo cariñoso participa de las penas de su amado padre. Aún más, deberíamos DULCIFICAR los sufrimientos de nuestro divino Redentor, mitigándolos y amortiguando o evitando sus causas. Los pecados de los hombres, es decir, los nuestros, los de nuestros prójimos, son precisamente la causa de esos padecimientos. NUESTROS PECADOS, podemos siempre borrarlos por la contrición, la confesión, el propósito de la enmienda, la huida de las oc

VIERNES DE PASIÓN

  LOS DOLORES DE LA VIRGEN Después que el cuerpo de Nuestro Señor fue desclavado de la cruz, dice la tradición que fue puesto en brazos de su Madre desolada. María pudo contemplar entonces el LASTIMOSO ESTADO de su amadísimo Hijo. Ella lo había entregado a los hombres "blanco y rubio, escogido entre millares" y de una belleza impresionante, y ese Hijo divino le fue devuelto tan desfigurado por los golpes y las heridas que apenas era posible reconocerle. María pudo considerar despacio, con el corazón traspasado por mil crueles espadas, la profundidad de las llagas, las carnes rotas y los huesos al descubierto. Al contemplarle en aquel tristísimo estado, al que por NUESTRAS INIQUIDADES fue reducido, se sintió llena de dolor y de amor y sus ojos derramaron raudales de lágrimas, capaces de enternecer a los corazones más duros. ¡Qué ingratos seríamos si permaneciéramos insensibles ante el espectáculo de un Dios muerto, cubierto de llagas, entre los brazos de su Madre desolada! Y t

MIÉRCOLES DE PASIÓN

  EFECTOS DE LA REDENCIÓN El divino Salvador, además de habernos cerrado el infierno y abierto el cielo, quiso hacernos gozar seguramente de los bienes de nuestra Redención. Para ello fundó la Iglesia, simbolizada por el agua y la sangre que brotó del costado herido del señor. Engendrada en la muerte vivificadora de su divino esposo y fundador, Jesús, habrá de subsistir hasta el fin de los siglos. Ella hará participar a todas las generaciones de las abundantísimas gracias de la REDENCIÓN. La infalibilidad del Papa en materia de fe y costumbres, la verdad de su doctrina predicada por toda la tierra, la eficacia de sus sacramentos que, a semejanza de canales misteriosos, derraman en las almas dóciles hasta las extremidades del mundo, luz, vida y esperanza, son medios preciosísimos para facilitar la salvación a los hombres de buena voluntad. Y más, si a ello se añade la lectura de libros piadosos, la meditación de las verdades reveladas y especialmente la oración, enriquecida con los méri

MARTES DE PASIÓN

LA CONTRICIÓN ¡Oh Creador mío! He tenido la osadía de decirme interiormente: "¿He pecado y qué mal me ha sucedido?" Desgraciado de mí, que olvidaba que, al pecar, perdía tu amistad, Dios mío; que la pérdida de tu amistad es la del más precioso tesoro; y que me hacía además tu enemigo, desgracia incomparablemente mayor que tener contra sí a la humanidad entera. Qué desdicha tan grande es el pecado, que hace ser al alma, tan hermosa después del Bautismo, semejante a los espíritus inmundos, ¡ella..., que antes fue criatura de Dios y templo del Espíritu Santo, se convierte en esclava de Satanás y en guarida del demonio! El alma en pecado, despojada de todas las virtudes y dones sobrenaturales, queda reducida a la mayor pobreza: sin méritos ni facultad para merecer; nada le queda ya, aparte de los medios que siempre tendrá para convertirse. ¡Qué triste indigencia la suya! Ahí la tienes, Señor, a esa alma, creada a tu imagen y semejanza, redimida por tu preciosa sangre, enriquecida

LUNES DE PASIÓN

  EL ODIO AL PECADO Si hubiésemos podido preguntar a los verdugos por qué crucificaban al Señor, ellos nos hubieran contestado que lo hacían por mandato de Pilatos; Pilatos, a su vez, hubiera hecho responsables de la muerte de Jesús a los Judíos; éstos acusarían de tal muerte a los principes de los Sacerdotes, y los príncipes de los Sacerdotes no podrían disculparse sino echando la culpa a Satanás. Pero no fueron ni Satanás, ni los Judíos, ni Pilatos, ni siquiera los verdugos, quienes cometieron semejante atentado: fuimos nosotros, nosotros pecadores, al ofender a nuestro Dios. "Para expiación de las maldades de mi pueblo, dice el Señor, yo le he herido." Si viéramos arrojar del cielo a millares de serafines, menos nos EXTRAÑARÍA que contemplar la crucifixión de Dios. Ni la destrucción de Sodoma y Gomorra, ni el diluvio universal, que hizo perecer a casi todos los habitantes de la tierra, ni la maldición de Dios contra Adán, causa de los infinitos males que, desde seis mil añ

DOMINGO DE PASIÓN

  MOTIVOS DE MEDITAR LA PASIÓN DEL SEÑOR Desde el origen del mundo, Dios parece invitar al género humano a no olvidarse del Redentor, prometido a nuestros primeros padres como reparador de la ruina causada por el pecado. De tiempo en tiempo hacía se le recordase por medio de sacrificios, de símbolos o figuras, o por medio de profecías. Isaías anunció con tal claridad los tormentos de la Pasión, que pudo decirse que era, no Profeta, sino evangelista. Luego, si aun antes de la Encarnación los sufrimientos del futuro Mesías fueron objeto de la atención de los judíos, cuánto más debiéramos nosotros los cristianos, después de la Redención, ocuparnos de los dolores del Señor, por que fuimos regenerados.  TODOS LOS AÑOS la Iglesia consagra este santo tiempo de Cuaresma, sobre todo los últimos quince días a meditar la Pasión de nuestro divino Redentor, trayéndonos a la imaginación las escenas más conmovedoras de la misma. Con qué acentos tan penetrantes nos habla en sus oficios, desde Septuagé

19 DE MARZO

  EL PATRIARCA DE NAZARET El Espíritu Santo expresó en pocas palabras la gran dignidad del santo Patriarca de Nazaret: "José era el Esposo de María, de la cual nació Jesús (Mateo 1, 16) ." En estas palabras están resumidas las tres insignes prerrogativas que encumbraron a San José por encima de todos los hijos de Adán. El primero de esos excelsos privilegios fue el de ser Esposo de MARÍA, la Virgen Inmaculada, Reina de los ángeles, Soberana del universo y Madre de Dios. ¡Oh, cuán alta fue esta dignidad, que hace suponer en San José virtudes proporcionadas a las de la santísima Virgen. Al decir que este gran Santo es el esposo de la Madre del Redentor, afirmamos, según San Bernardo, que eran en todo semejantes: el espíritu, el corazón, los sentimientos, los dones, los méritos y la dignidad de estos dos santos esposos. María era la aurora que anunciaba al sol de Justicia, y José era el horizonte iluminado por esos divinos resplandores. El segundo de los privilegios que eleva a

MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

  LA CARIDAD, MANDAMIENTO DE JESÚS ¡Qué importancia concede nuestro amable Salvador a la virtud de la caridad! De ella hace precepto nuevo y le llama su mandato predilecto. Hace que ella sea carácter principal de sus discípulos y obliga a éstos, por la institución de la divina Eucaristía, a sentarse en una misma mesa, sin distinción de clases: de sabios o ignorantes, ricos o pobres. A tal mesa convida a todos con un mismo manjar, el manjar de su cuerpo y de su sangre, e infunde también a todos unos mismos sentimientos y un mismo espíritu, para que todos posean un solo corazón y una sola alma. ¡Maravillosa invención que nos descubre el precio inestimable de la caridad fraterna! Jesús la coloca casi al nivel del AMOR DE DIOS, al decir que es precepto semejante al primero, ya que con él comprende toda la ley y los profetas. El Señor, para hacernos comprender la importancia de la caridad, parece preferirla a su propia gloria al mandarnos que, antes de presentarle nuestra ofrenda ante el al

LUNES DE LA CUARTA SEMANA DE CUARESMA

  JESÚS, MODELO DE PERFECTA CARIDAD Cuando el divino Redentor bajó a la tierra, el fuego de la caridad estaba casi apagado, pero lo hizo revivir de un modo maravilloso por sus ejemplos y doctrina. No solamente el amor le impulsó a descender del cielo para cumplir una misión de clemencia y de perdón, sino también el amor le llevó a predicar durante su vida la bondad y BENEVOLENCIA que debemos a nuestros semejantes, demostrándonos con su conducta la eficacia de su doctrina. -¡Con cuánta ternura amó a sus discípulos! Los trataba como a hermanos, perdonándoles agravios, instruyéndolos con paciencia, soportando ignorancias y defectos, llegando en su infinita bondad, según cuenta el Papa San Clemente, a visitar por la noche a sus apóstoles mientras dormían, para cubrirlos con sus manos cuidadosamente, y protegerlos contra el aire y el frío. ¡Con qué tierna compasión se conmovía ante las miserias ajenas! Lloro sobre Jerusalén, lloró por la muerte de Lázaro, lloró por todos nosotros. ¿Quién no

CUARTO DOMINGO DE CUARESMA

  EL ALIMENTO EUCARÍSTICO ¡Que gran milagro hizo Jesús al multiplicar cinco panes y dos peces, hasta satisfacer el hambre de cinco mil hombres y llenar doce cestos con las sobras de aquella comida! Pero ¿no es mil veces más grande el divino milagro eucarístico? Ahora MULTIPLICA el Salvador, no un pan material para alimentar nuestros cuerpos, sino el Pan vivo, bajado del cielo para alimentar nuestras almas y que no es sino su sacratísima Persona adorada por las celestiales jerarquías. Se multiplica inmolándose cada día sobre millares de altares, aún más: permaneciendo en millones de hostias consagradas por las palabras del sacerdote. Y allí está prisionero bajo las más humildes apariencias para servirnos de alimento. ¡Prodigio incomprensible! Allí, dice el Doctor Angélico, su cuerpo glorioso y su sangre adorable unidos a su alma y a su divinidad, nos preparan el BANQUETE más augusto y sustancial que jamás pudo haber sido. Quien de él participe, asegura el mismo Jesús, no morirá espiritu

SÁBADO DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

  LAS LLAGAS DE JESÚS Apenas el Señor fue levantado en cruz, cuando ya la vista de sus divinas heridas conmovió LOS CORAZONES bien dispuestos. Ya lo anunció el profeta Zacarías al decir "Pondrán sus ojos en mí a quien traspasaron, y plañirán al que han herido como suele plañirse un hijo único, y harán duelo por él como suele hacerse en la muerte de un primogénito (Zacarías 12, 10) ." ¡Cuántas lágrimas derramaron las santas mujeres y los amigos del Salvador al presenciar su última agonía! Y ¿Quién podrá explicarnos los inmensos dolores de la Virgen Madre, al contemplar las llagas de su amadísimo Hijo? Los mismos soldados y el centurión se golpearon el pecho, por efecto de las gracias sin número que parecían fluir del cuerpo ensangrentado de Jesús. "Yo soy la puerta, dijo el divino Maestro, y el que por mí entrare se salvará y entrará y saldrá sin tropiezos y hallará PASTOS." (Jn. 10,9) , Toda alma que penetre en las llagas del Redentor, habrá de encontrar en ellas cu

MARTES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

  EL DON DE DIOS "¡Si conocieras el don de Dios!...",nos dice Jesús como a la Samaritana; si supieras, alma redimida, la hermosura, GRANDE y nobleza que se encierran en el don que te traigo de parte de mi Padre, en este don que hace revivir al alma muerta por el pecado y se llama GRACIA SANTIFICANTE. Este don hará que de ti desaparezcan la mancha del pecado original y las vergonzosas huellas de tus crímenes, aunque éstos fuesen más numerosos que las arenas del mar y más graves que las mayores iniquidades cometidas en la tierra. Este don restablecerá en ti la primitiva BELLEZA, belleza destruida por el pecado de Adán. Te santificará y hará agradable a los ojos de los ángeles y a los de Dios, tres veces Santo. Gracias a él serás hijo adoptivo del Padre celestial, como yo soy su Hijo natural. ¿Qué se desprende de esto? Pues que participarás de mis sagrados derechos; mis riquezas y méritos serán tuyos, mi doctrina, mi espíritu, mis sentimientos, mi corazón y mi vida, todo te lo c

LUNES DE LA TERCERA SEMANA DE CUARESMA

  EL PENSAMIENTO DEL INFIERNO ¿Quién se atrevería a PECAR si considerase con fe viva los terribles castigos reservados por Dios para la eternidad? Un pequeño dolor, si se prolonga mucho, acaba por parecernos insoportable; ¿Qué nos parecería entonces si, sin el menor alivio, tuviésemos que sufrir por siempre suplicios incomprensibles? Compadecemos a los que, habiendo perdido en unos días su fortuna, se encuentran reducidos a la mendicidad, y, sin embargo cuánto más de compadecer son aquellos que padecen en el infierno para siempre de irremediable indigencia. No podríamos meditar seria y frecuentemente estas verdades sin sentirnos sobrecogidos de temor, penetrados de horror hacia el pecado, llenos de compunción y espíritu de penitencia, o sea, llenos de todas las disposiciones necesarias para encaminarnos hacia la verdadera santidad. El pensamiento del infierno nos despega del MUNDO, mar tempestuoso donde naufragan muchas almas. Cuántas de ellas se condenan al pasar del tiempo a la etern

TERCER DOMINGO DE CUARESMA

  EL PECADO Al principio del mundo fue el pecado la causa de nuestra ruina. Es para nosotros imposible entender el alcance de esta desgracia; haría falta comprender la inmensa felicidad que nos estaba preparada si nuestros primeros padres no hubieran prevaricado. Después del pecado los males invadieron la tierra: enfermedad, guerra, hambre, muerte... Aún más; nuestras bajas pasiones arrastran en pos de sí a toda clase de crímenes, camino de la muerte eterna. ¡Cuán desastrosas fueron las consecuencias de la desobediencia de Adán! Pero todavía nos trajo más desgracias, pues el pecado mortal mata la vida del alma: la gracia santificante, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, uno solo de los cuales tiene más valor que el universo entero. El pecado mata espiritualmente al alma y la convierte en cadáver, a cuya vista se entristecen los ángeles del cielo. Le hace perder al mismo tiempo todos los derechos adquiridos; le imposibilita, mientras siga en tan miserable estado,

SÁBADO DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

  EL MARTIRIO DE MARÍA "Un hombre y una mujer, Adán y Eva, dice San Bernardo, fueron causa de nuestra perdición; por eso convenía que un segundo Adán y una segunda Eva, Jesús y María, trabajasen juntos para salvarnos." Y, efectivamente, juntos lograron para nosotros la vida de la gracia, que es vida infinitamente más preciosa que la vida corporal. De esto se desprende que, si no podemos menos de sentirnos los sufrimientos de nuestros progenitores, con doble motivo deberíamos de dolernos de las angustias que el Señor y su dulcísima Madre padecieron por nosotros. Según Santo Tomás de Aquino, "Jesús padeció en su alma más que cuanto pudieron jamás padecer todos los penitentes". Fue pues necesario que María sufriera también. Así como Eva se colocó al pie del árbol de la ciencia del bien y del mal, María también se encontraba el pie del árbol de la cruz. Y del mismo modo que Eva vio la caída de Adán, tomando parte en ella, María contempló el suplicio del Salvador y tomó

VIERNES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

  EL SANTO SUDARIO La devoción a la Sábana Santa, o sudario del Señor, autorizada por la Santa Sede y confirmada por numerosos milagros, nos hace honrar en ella los tormentos de nuestro divino Redentor, San Francisco de Sales solía contemplar con amor la imagen de la Sábana Santa, y decía: "es el retrato de los sufrimientos del Señor trazado con su misma sangre; nada tan eficaz como él, para alimentar nuestra piedad y reanimar nuestro fervor". La Iglesia habla en el mismo sentido al reconocer en la Sábana Santa las huellas de la Pasión, cuando ruega que el Señor nos conceda, por los méritos de su muerte y sepultura, la gloria de la resurrección. Como la muerte y la sepultura de Jesús precedieron a su resurrección gloriosa, así también la DESTRUCCIÓN DE LOS VICIOS y malos instintos deberá preceder en nosotros a la espiritual resurrección. Para resucitar espiritualmente es necesario morir al orgullo, al espíritu mundano, a la molicie y a la sensualidad. También nos pide que ten

JUEVES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

  EL TESORO DE LA CRUZ Desde que fue divinizado el sufrimiento, al sufrir el mismo Dios, cada una de nuestras penas tiene un precio inestimable. ¿Qué es, a los ojos de la fe, tal pena, tal contrariedad que tanto nos molesta, que quisiéramos tuviera pronto fin? Pues es nada menos que la participación en la Pasión del Salvador, una espina de su corona, una astillita de su cruz. Esas tristezas y repugnancias que nos angustian tuvieron también cabida en su divino Corazón, al prever y sufrir los dolores del cuerpo místico de la Iglesia, de la que es cabeza y nosotros miembros. ¿Cómo seremos capaces de rehuir la cruz, rechazando un tesoro preciosísimo, que nos viene del mismo Corazón del Redentor? Además, ¡qué de BIENES inapreciables se encierran en cada uno de nuestros sufrimientos! Un insulto, un reproche, un ultraje de que nos quejamos, son, en los designios de Dios, medios eficaces de expiar los pecados, destruir el amor propio y sus vicios, abreviar el purgatorio y alcanzar los méritos

MARTES DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA

  LA MEDITACIÓN San Francisco de Asís, estando en oración sobre el monte Alverna, fue visto rodeado de luz, oyéndosele exclamar: "Dios mío, ¿Quién sois Vos, y quién soy yo?" Estas solas palabras fueron suficientes para que continuara y prolongara su meditación. No nos extrañemos; esta sencilla exclamación encierra en sí toda la santidad para un alma que sabe reflexionar. Dios lo es todo, nosotros nada. De aquí se desprende que dependemos totalmente de él, y por eso necesitamos de constante oración; de aquí también la obligación de creer cuanto nos enseña, de esperar en lo que nos promete, de amar y cumplir lo que nos ordena y de aceptar sumisos las pruebas que nos envíe, por muy duras que nos parezcan. Luego, estas solas palabras bien meditadas encierran en sí la más consumada perfección. Dice Santa Teresa que también se llega rápidamente a la perfección viviendo siempre bajo la MIRADA de Dios. En efecto, el pensamiento de: "Dios me ve" es capaz de hacernos vivir sa