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Mostrando entradas de octubre, 2019

“TRATAD DE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS”

1.     “Aprovechad el tiempo, porque los días son malos. No seáis, pues, necios, sino tratad de conocer la voluntad de Dios” (Epístola). Conocer la voluntad: he aquí en qué consiste la sabiduría de la vida cristiana. ¡Respetar en todo a Dios y su divino beneplácito! Aprovecharemos bien el tiempo, en la misma medida en que tengamos la costumbre de contemplar a la luz de la voluntad y del beneplácito de Dios todas y cada una de las cosas que nos sucedan en la vida. En la medida en que nos acostumbremos a ejecutarlo, es decir, a aceptarlo y a sufrirlo todo por consideración a Dios. 2.     “Tratad de conocer la voluntad de Dios.” Toda la preocupación del Señor consiste en ejecutar la voluntad del Padre. Ve en todo con claridad y seguridad la voluntad del Padre. Desde el primer instante de su entrada en este mundo posee ya, como Hijo de Dios, la contemplación del Padre. Ve en todo a Dios, ve la voluntad de Dios, ve lo que ama el Padre. “Hago siempre lo que agrada al Padre” (Joh. 8, 29

San Quintín, mártir. (t 287) 31 de octubre

Fué san Quintín hijo de un senador romano llamado Zenón, muy conocido en Roma por sus grandes riquezas y por su valimiento con los emperadores. Desde el día que recibió su bautismo, que fué, a lo que se cree, hacia el fin del pontificado de san Eutiquiano, a quien sucedió san Cayo, prendió en su corazón un fuego de amor de Jesucristo tan ardiente, que hubiera querido abrasar con él todos los corazones y reducir a cenizas todos los ídolos. Ofrecióse al papa san Cayo para llevar la fe a los idólatras de las Galias, y el santo pontífice alabó su celo y le dio por compañero a san Luciano, y con éste y otros muchos fervorosos fieles que también quisieron acompañarle, partió a aquella apostólica expedición. Con san Luciano predicó el Evangelio en los pueblos que halló a su paso hasta llegar a la ciudad de Amiens, a las riberas del Soma. Allí se separaron, pasando san Luciano a plantar la fe en Beauvais, y quedándose en Amiens nuestro santo, el cual con su elocuencia y milagros en breve tiemp

JUEVES DE LA VIGESIMA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LA PEREZA ESPIRITUAL 1.     “Procurad caminar con cautela, no como necios, sino como sabios. Aprovechad el tiempo, porque los días son malos” (Epístola), están llenos de tentaciones, de seducciones y peligros para una vida,  para una actividad sobrenatural, enérgica, decidida. Una de las dificultades, uno de los peligros mayores, lo constituye nuestra natural inclinación a la pereza espiritual. Ella es la que nos impide aprovechar debidamente el tiempo, empleándolo en servicio de Dios y en bien de nuestra vida interior. Las tres formas más comunes, que suele adoptar la pereza espiritual, son: la distracción, la tristeza o el desaliento y la ocupación en cosas inútiles. 2.     La distracción consiste en el defecto de no estar nunca en la cosa en que se debiera estar. Es un “pecado sin cuerpo” pero puede fabricarse un cuerpo de cualquier cosa, para animarle en seguida. Actúa sin ruido y apenas se hace notar. Precisamente, su mayor peligro consiste en esto, o sea, en que no se ad

San Marcelo, centurión, mártir. (t 298)

El glorioso centurión y mártir . de Cristo san Marcelo fué de nación español y tiénese por tradición que nació en la ciudad de León, que después fué cabeza y corte del reino de su nombre. Floreció en la profesión militar en tiempo del presidente Anastasio Fortunato que gobernaba aquella provincia de España, y celebrándose por este tiempo la . exaltación de Maximiano Hercúleo al imperio, para que la función fuese más solemne, el presidente Anastasio Fortunato publicó un edicto por el que se mandaba que todos los pueblos de la provincia concurriesen a León el día señalado para la festividad y regocijo público. Marcelo, es tando delante de las banderas de su legión, lastimado de ver tanta gente entregada a la idolatría, a vista de todos se quitó el cíngulo o banda militar y dijo: «Yo solo sirvo a Jesucristo, Rey de reyes y Señor de los señores, por lo que desisto de servir más a los emperadores de la tierra, y desprecio sus falsos dioses.» Diciendo esto arrojó también el sarmiento que lle

MIÉRCOLES DE LA VIGESIMA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

“APROVECHAD EL TIEMPO” 1.     La liturgia nos mete prisa. “Aprovechad el tiempo, porque los días son malos” (Epístola). Se acerca el fin. Se trata, pues, de negociar activamente con la vida, que se nos ha dado como una moneda, para ganar con ella todo lo que se puede ganar en provecho de Dios y de las almas. “Los días son malos.” Podemos fácilmente despreciar y perder el precioso tiempo que nos ha sido concedido. Podemos emplearlo en deservicio de Dios y en daño de nuestra alma. “No seáis, pues, necios.” 2.     “Aprovechad el tiempo.” Los años pasan con rapidez. Antes de que nos demos cuenta, habrá sonado nuestra última hora y se nos presentará la muerte. Cada día, cada instante del día se nos ha concedido para emplearlo en servicio de Dios y para granjearnos así una eternidad dichosa, bienaventurada. De todo el tiempo de nuestra vida solo es nuestro el breve momento presente. Es lo único de que podemos disponer. Pero aun este mismo instante es tan fugaz, que, apenas llegamos a

“TRATAD DE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS”

1.     “Aprovechad el tiempo, porque los días son malos. No seáis, pues, necios, sino tratad de conocer la voluntad de Dios” (Epístola). Conocer la voluntad: he aquí en qué consiste la sabiduría de la vida cristiana. ¡Respetar en todo a Dios y su divino beneplácito! Aprovecharemos bien el tiempo, en la misma medida en que tengamos la costumbre de contemplar a la luz de la voluntad y del beneplácito de Dios todas y cada una de las cosas que nos sucedan en la vida. En la medida en que nos acostumbremos a ejecutarlo, es decir, a aceptarlo y a sufrirlo todo por consideración a Dios. 2.     “Tratad de conocer la voluntad de Dios.” Toda la preocupación del Señor consiste en ejecutar la voluntad del Padre. Ve en todo con claridad y seguridad la voluntad del Padre. Desde el primer instante de su entrada en este mundo posee ya, como Hijo de Dios, la contemplación del Padre. Ve en todo a Dios, ve la voluntad de Dios, ve lo que ama el Padre. “Hago siempre lo que agrada al Padre” (Joh. 8, 29

San Simón y san Judas, apóstoles 28 de octubre (t siglo I.)

Los gloriosísimos apóstoles y mártires de Jesucristo san Simón y san Judas fueron hermanos de Santiago el Menor, hijos de Cleofás y de María, primos de la Virgen santísima, nuestra Señora. Eran llamados hermanos del Señor según las costumbres de los judíos, por ser parientes. Simón se llamaba el Cananeo o Zelotes para distinguirlo de san Pedro que tenía el mismo nombre de Simón: y Judas también tomó sobrenombre de Tadeo o Lebbeo, para distinguirse de Judas Iscariote. Habiéndoles el Señor escogido para su apostolado, recibieron la doctrina de su santo Evangelio, y le siguieron con gran fidelidad, y fueron testigos de sus admirables prodigios y compañeros de sus trabajos y persecuciones. Después de la institución de la sagrada Eucaristía y terminado aquel admirable sermón que hizo el Señor, y se refiere en el capítulo XIV de •san Juan, como san Judas no hubiese comprendido aquellas palabras: El mundo no me verá, pero vosotros me veréis, •porque yo estaré vivo y nosotros lo estaréis tambi

San Evaristo, papa y mártir. — 26 de octubre (t 121.)

El gloriosísimo pontífice y mártir san Evaristo, fué griego de nacimiento, pero originario de Judea, pues su padre era un israelita llamado Judas, natural de Belén, que pasó a vivir a Grecia. Habiendo sido alumbrado Evaristo con la luz de la fe vino a Roma, y por sus loables costumbres y muchas letras fué recibido con grande aplauso entre el santo clero de la Iglesia romana, madre y maestra de todas las demás iglesias. Por muerte del santo pontífice Anacleto coronado del martirio (glorioso fin de "todos aquellos primeros papas), fué san Evaristo por voz unánime colocado en la silla de san Pedro. Alaba san Ignacio obispo de Antioquía la fidelidad, valor y constancia en la fe, pureza de costumbres, y fraternal caridad que resplandecía en la Iglesia romana gobernada por este santo pontífice, a pesar de que la mayor parte de los herejes procuraban derramar en ella el veneno de sus errores, persuadidos de que una vez inficionada la cabeza del orbe cristiano, luego se dilataría a todo e

CAMINAD COMO SABIOS"

1.      “Hermanos, procurad caminar con cautela, no como necios, sino como sabios” (Epístola). Una apremiante exhortación a que, vivamos para lo  único necesario : para la salvación de nuestra alma. Una exhortación, más apremiante aún, a que, con la sagrada liturgia, fijemos nuestros ojos en la próxima venida del Señor en la hora de nuestra muerte. 2.      “No como necios.”   El primer paso de la vida cristiana consiste en librarse de la “insensatez”, del pecado, de todo mal: consiste en la purificación del alma. El que quiere subir una escalera, tiene que comenzar por los escalones más bajos. Nuestra tarea primordial consiste en luchar contra nuestras faltas, en purificar de sus defectos a nuestra corrompida naturaleza, en arrancar de nuestro corazón sus malas hierbas. Esto cuesta esfuerzos y fatigas. Sin embargo, aunque los comienzos sean difíciles, el trabajo se irá haciendo cada vez más liviano, porque, una vez preparado el terreno, la fuerza de la gracia podrá actuar en el al

NUESTRA FE

    El hijo de un centurión de Cafarnaúm está gravemente enfermo. El padre del enfermo se entera de que Jesús, procedente de Judea, se dirige hacia Galilea. Entonces él le sale al encuentro y le suplica que no se detenga en ninguna parte, sino que baje cuanto antes de Cafarnaúm y salve a su hijo, que se halla a las puertas de la muerte. “Señor, baja antes de que muera mi hijo.” El Señor escucha los ruegos del centurión y los satisface, pero no como aquél quería. No desciende hasta Cafarnaúm, sino que salva al moribundo desde lejos. Después, dice al oficial: “Vete, tu hijo vive.” El oficial lo cree y torna en seguida a su casa: su hijo está curado. Le abandonó la fiebre en el mismo instante en que Jesús aseguró al padre: “Tu hijo vive” (Evangelio). 2.      “Si no veis milagros y prodigios, no creéis”  (Evangelio). El padre del enfermo de Cafarnaúm ha oído hablar de Jesús y cree en su poder, cree que puede librar a su hijo de la muerte. De lo contario, no se hubiera dirigido al encu

VIGÉSIMO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

“¡GLORIFICA TU NOMBRE!” 1.      El año eclesiástico camina poco a poco hacia su fin. Este fin representa para la Iglesia la desaparición del mundo y el término de la larga peregrinación, la anhelante espera, lejos del Señor y del Esposo. “Venga a nos el tu reino”, el reino de la beatifica redención final, la liberación definitiva de este triste y duro destierro. 2.      “Hemos pecado contra Ti  y no hemos obedecido tus mandatos” (Introito). Así oraba Azarías, uno de los tres jóvenes del horno de Babilonia. Mientras permanecían entre las llamas, los tres jóvenes “alababan a Dios y bendecían al Señor” (Dan. 3, 24). ¡La Iglesia en el horno de las persecuciones, de los dolores! Sin embargo, alaba al Señor. “Solo justicia son tus actos, Señor. Todo lo que has hecho con nosotros, lo teníamos merecido, pues hemos pecado contra Ti” ¡El Confiteor de la santa Iglesia! Lo repite todos los días ante las gradas del altar. Todos los días eleva al cielo su “Miserere mei, Deus- Señor ten, pie

VIERNES DE LA DECIMONOVENA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

MANSEDUMBRE CRISTIANA 1.     “Revestíos del hombre nuevo. Para ello, renunciad a toda mentira. Airaos, pero no pequéis: no consintáis que se ponga el sol sobre vuestra ira. No deis ocasión al diablo” (Epístola). 2.     “Airaos, pero no pequéis.” Reina mucho la ira en el hombre. La ira justificada y la injustificada. La ira contra sí mismo, contra los demás, contra la fortuna y, muchas veces, contra el mismo Dios. La ira tiene sus raíces en el sentimiento de un perjuicio causado a la propia persona. Cuando se dirige contra otro, se basa en el pretexto de que ese tal nos desprecia o nos trata con poco respeto. Semejante suposición o pretexto engendra la ira, es decir, el deseo de venganza contra el que nos ha causado un mal, verdadero o supuesto. La ira se mezcla fácilmente con el odio, y esto aun cuando el deseo de castigar al prójimo está motivado y justificado. La ira nos impulsa a castigar al que nos ha perjudicado, no precisamente por amor a la justicia ni por caridad par c

San Juan Cancio, confesor. (t 1473)

El glorioso maestro y caritativo sacerdote secular san Juan Cancio fué natural del reino de Polonia, y nació en un lugar llamado Kencio del obispado de Cracovia. Sus padres, no menos nobles por su sangre que por su cristiana piedad, le enviaron a estudiar las letras humanas y divinas a la universidad de Cracovia. Allí se graduó de doctor, y enseñó filosofía, y fué nombrado decano de los doctores de aquella facultad. Leyó después teología con grande aplauso y edificación de sus discípulos, los cuales salían de su escuela no menos virtuosos que sabios. Muchas veces se desnudó de sus vestidos >por cubrir a los pobres que hallaba temblando de frío. Viéronle con frecuencia los doctores de la universidad postrado y arrebatado en dul. ees éxtasis delante de una imagen de Cristo crucificado que estaba en el colegio. La tierna devoción que tenía a la pasión del Salvador le movió a visitar en hábito de peregrino y caminando siempre a pie los santos Lugares de Palestina, para regar con sus lág

DECIMONOVENO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

EL BANQUETE NUPCIAL 1.    La liturgia nos lleva hoy a un salón de bodas, espléndidamente iluminado y decorado con gran lujo. En él se encuentran numerosos convidados, vestidos con ricos trajes de boda. Esperan ansiosamente la entrada del rey. La sala del festín es la Iglesia. Los convidados somos nosotros, los bautizados. El traje de boda es la túnica de la gracia santificante. Todos aguardamos la llegada del Señor, del Rey. 2.    “Renovaos en lo íntimo de vuestra alma y revestíos del hombre nuevo, creado por Dios en justicia y en santidad verdaderas” (Epístola). Cuanto más se acerca el día de la llegada del Señor, más apremiante se hace la exhortación de la Iglesia. “No sabéis el día ni la hora” (Matth. 25, 13). “El día de la llegada del Señor sucederá lo mismo que sucedió en los días de Noé. En los días anteriores al diluvio, la gente comía y bebía, se casaba y se divertía, hasta el mismo instante en que Noé entró en el Arca. No se dieron cuenta hasta que sobrevino el diluvi

JUEVES DE LA DECIMOCTAVA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

LA GRACIA DE LA PERSEVERANCIA FINAL. 1.    “No os falta ninguna gracia, mientras esperáis la revelación de nuestro Señor Jesucristo, el cual os confirmará hasta el fin, para que aparezcáis sin mancha el día de la venida de nuestro Señor” (Epístola). Es una nueva gracia que Dios nos concederá en Cristo. Completará con ella la obra que Él mismo comenzó en nosotros. La gracia de la perseverancia final, más grande que todas las demás gracias, nos proporcionará una muerte dichosa y después nos abrirá las puertas de la vida eterna. “¡Cómo me alegro de que me hayan dicho: Vamos a la Casa del Señor!” (Salmo del Introito.) 2.    “Él os confirmará hasta el fin” (Epístola). Grandes y numerosas son las gracias que hemos recibido de Dios. El año eclesiástico, que camina lentamente hacia su ocaso, ha sido para nosotros un año de salud. ¿Podremos recibir todavía más gracias de Dios, después de haber desaprovechado, olvidado, menospreciado las numerosas que nos ha concedido hasta aquí? ¿Podrem

Santa Eduvigis, duquesa de Polonia, viuda. — 17 de octubre (t 1243)

Santa Eduvigis fué hija del príncipe Bertoldo, duque de Carintia, marqués de Moravia y conde del Tirol. Siendo aún niña dispusieron sus padres que se educase en el monasterio de Benedictinas de Lutzing, donde tenía todas sus delicias en pasar largas horas de oración delante de una imagen de la santísima Virgen. Nunca la deslumhró el resplandor de su nobleza, y si hubiese podido resistirse a la voluntad de sus padres, jamás hubiera tomado otro esposo que a Jesucristo. Pero quiso el Señor que la santa fuese un ilustre modelo de perfección en el estado del santo matrimonio; y a la temprana edad de solo doce años la casaron con el príncipe Enrique, duque de Silesia y de Polonia. Su primer cuidado fué estudiar el genio y las inclinaciones del duque su marido para complacerle y ganarle el corazón: y logrólo con tan buen suceso, que fué uno de los más cristianos y virtuosos príncipes de Alemania. Tuvo de él tres hijos y tres hijas, a los cuales crió ella por sí misma con tal acierto, que fuer