Nuestra misa
Asistir a Misa el domingo y fiestas de guardar, es una obligación bajo pena
de pecado mortal, impuesta por la Iglesia. Los católicos que van a Misa
solo para cumplir esta obligación, a menudo van a Misa con desagrado: no les
gusta la Misa, y dicen que no entienden nada; están aburridos durante la
celebración y entonces obtienen solo un pequeño beneficio.
Para amar la Misa, para obtener muchos beneficios sobrenaturales, debes
amarla. Para amarla, es importante unirse a ella y poner en ella, una
parte de nosotros mismos. En otras palabras: debemos ¡vivirla! Así, la
Misa se convierte en “nuestra Misa”, y se convierte en “nuestra Misa”, en la
medida en que la celebramos con el Sacerdote, donde ponemos nuestra vida, y
donde la ponemos en nuestra vida.
Entonces, tu Misa dominical debe influir en ti, debe como resultado, cambiar
tu vida durante toda la semana. Toda tu semana debe centrarse en tu
Misa. Tu Misa debe ser como el sol que te ilumina, que transforma toda tu
semana. Debe ser la cumbre, el punto culminante, el más importante, el más
hermoso. Debe elevarte, elevar tu vida y tu valor humano.
¡Debe ayudarte intensamente a ser mejor cristiano y más generosamente
apóstol!
El sacerdote, que te representa, que te une a Dios, hablará y actuará en
nombre de Dios y el tuyo.
Él tiene un papel importantísimo, un papel que debe vivirlo intensamente,
con toda su alma al mismo tiempo que realiza los gestos externos.
Este papel debemos realizarlo también nosotros y vivirlo conjuntamente con
él. Por lo tanto, es necesario seguir al sacerdote, mirarlo, acompañar sus
movimientos y gestos internamente. Así pues, para asistir bien a la Misa es
útil colocarse en un lugar desde donde ver al Sacerdote y el Altar lo mejor posible.
Y tienes que tener un libro (misal). Un libro para comprender los
gestos del sacerdote, para captar su significado simbólico o su efecto
real. Un libro para seguir al menos en las partes esenciales las palabras
del sacerdote.
Si llevaras el libro dónde están las lecturas y las partes de la Santa
Misa, probablemente te distraerías menos durante la celebración de la misma y
aprenderías mejor los misterios que se realizan en tu nombre, en el nombre del
sacerdote y en el nombre de Jesucristo. Cuántas cosas hay escondidas e
ignoradas en una Misa. Y entiendes ahora por qué dices: “me aburre, no entiendo
nada…”
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