El sacrificio de Jesús y la Misa (5): La Iglesia vive del sacrificio de Jesús

En el año 304, en Abisinia, en el norte de África, durante la persecución de Diocleciano contra los cristianos, el prefecto les preguntó: ¿por qué se reunieron el domingo desobedeciendo, por lo tanto, las órdenes del Emperador?  La respuesta fue clara: “¡Sine dominica non possumus!” ¡No podemos vivir sin la Misa del domingo!
El padre Pío pensaba lo mismo cuando decía: “¡sería más fácil a la tierra existir sin el sol que sin el santo sacrificio de la Misa!” ¿Y madre Teresa, por su parte, se negó a enviar a sus hermanas en un lugar donde no había sacerdote ni Misa... “¿cómo darse al apostolado sin la fuerza del Señor?”
¿Diríamos nosotros también lo mismo? ¿Entendemos de igual manera la enseñanza de estos santos? Quizás entonces deberíamos retomar la hermosa costumbre de los tiempos de fervor: buscar la Misa todos los días, tanto como sea posible...

PROPÓSITO DEL DÍA
¿Hemos pensado ofrecer una Misa por nuestras intenciones?

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