Martes 24 de abril: San Fidel de Sigmaringa

Fidel era el nombre religioso de Markus Rey (algunas fuentes indican Markus Roy), nacido en Sigmaringa (Alemania) en 1577. Su familia vivía de acuerdo a los estándares de la pequeña aristocracia de la ciudad, de la cual su padre llegó a ostentar el prestigioso cargo de Burgermeister (alcalde).

Markus destacó como un alumno descollante y muy joven consiguió el doctorado en Derecho Civil y Canónico, con la firme idea de ser abogado y defensor de los oprimidos. Desalentado por la corrupción y las trampas de de sus colegas de profesión, decidió abandonar un futuro brillante y consagrarse al Señor. Es ordenado sacerdote en 1612 y posteriormente ingresa a la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, recibiendo el nombre de Fidel.

Fue tanto el amor que sentía por Nuestro Señor que, a menudo le pedía la gracia de poder dar su vida por Él. ¡Y San Fidel será el primer mártir de la orden de los franciscanos capuchinos! 

El año 1622 el archiduque de Austria, Leopoldo, que había emprendido una cruzada contra los protestantes, conquistó el país de los grisones, en Suiza, y pidió al Papa que enviase allí misioneros. Suiza fue una de las naciones que más directamente padecieron las consecuencias de las luchas y divisiones entre protestantes y católicos. Así, se envío un grupo de 10 capuchinos liderados por fray Fidel, sabiendo que la misión encomendada en un ambiente profundamente agitado encerraba grandes dificultades y la seria posibilidad de perder la vida. Allí inició una activa labor de predicación, recibiendo frecuentemente amenazas e insultos, pero también logrando conversiones, lo que aumentaba el resquemor hacia él entre los líderes calvinistas.

El 24 de abril de 1622 el padre Fidel fue invitado por un grupo de protestantes de Seewis  con el pretexto de escuchar las prédicas del famoso misionero. Al final de la prédica un grupo armado irrumpió en el templo e intentaron asesinarlo a balazos. Aunque fray Fidel ya sabía que le esperaba el martirio y había dejado todo en manos de Dios, fue rápidamente evacuado del templo; de todas formas a las afueras sus enemigos le interceptaron y le conminaron a hacerse protestante. Ante su negativa, fue brutalmente asesinado a heridas de espada y garrotazos en la cabeza.

Fue sepultado en el convento de Feldkirch, donde había sido guardián, pero su cráneo se conserva bajo el altar mayor de la catedral de Coira (en alemán Chur), Suiza. Benedicto XIV le canonizó el 26 de junio de 1746.

Podría atreverme a señalar que hoy en día, el ardor misionero en la mayoría de los cristianos está bien dormido. Quizás deberíamos pensar más a menudo que, pudiera llegar un día, en el que tuviéramos que dar nuestra vida al Señor por la defensa de la Fe en Cristo y de su Iglesia... ¿Estaremos en condiciones de ello?
Oremos a San Fidel, en cuyo nombre se halla todo un programa capaz de despertar en cada uno de nosotros aquél ardor que convierte a los cristianos en Santos.

PROPÓSITO DEL DÍA
¿Podría hablar de manera convincente sobre la fe, a un no católico de los que conviven conmigo?

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