Nuestro gran deseo

Cuando una mujer da a luz, tiene aflicción, porque ha llegado su hora; pero, cuando dio a luz a un hijo, ella no se acuerda más del sufrimiento. Ella siente  la alegría haber traído al mundo un nuevo hombre. Así vosotros también estáis tristes; pero volveréis a verme otra vez y nuestro corazón se alegrará, y nadie os arrebatará esta alegría” (Extracto del Evangelio del Dom 3 después de Pascua).

Nuestra vida en la tierra es estar de paso, más exactamente un nacimiento: una progresión hacia una mayor y más hermosa vida. Jesús explica todo esto a sus Apóstoles, en el Evangelio de este domingo. Si estamos atentos y releemos este Evangelio, podremos descubrir una indicación extraordinaria: el susurro y la expectativa de esta vida más hermosa.

¿No queremos todos nosotros una perfecta felicidad? ¿No desearíamos poder conocer la verdad de todo? ¿No desearíamos tener una amistad perfecta con todos? La experiencia de la vida nos enseña que esto puede lograrse aquí abajo... Por lo tanto, es el susurro y la expectativa de una vida mejor, de la que nos habla Jesús, nuestra vida en la verdadera casa, la del Padre en el Cielo!


PROPÓSITO DEL DÍA

Pedir la gracia de ir al cielo todos los días.

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