Domingo de Pentecostés

¡Vine a encender el fuego en la tierra, y cómo me gustaría que estuviera ya ardiendo!

Para entender el misterio que ocurre en Pentecostés, fijémonos en los signos que se cumplen según la narración de los Hechos de los Apóstoles en la epístola de ese día:

En primer lugar, cabe señalar que el descenso del Espíritu Santo se lleva a cabo el día de la fiesta judía de Pentecostés. El Pentecostés judío era el aniversario de la entrega de la ley de Dios a Moisés en el Sinaí y también cuando se ofrecía a Dios parte de las primeras cosechas.

Cabe señalar que, en la casa se produce una gran sacudida y baja fuego del cielo. Todo ello, evoca el antiguo pacto hecho por Dios en el Monte Sinaí en medio de la tormenta de truenos y de fuego.

Por último, tomemos nota de que los apóstoles empiezan a hablar todas las lenguas, lo cual parece ir más allá de la antigua separación de lenguas y pueblos que se produjeron en la torre de Babel.

Todos estos signos manifiestan una nueva alianza entre Dios y los hombres. Alianza para toda la humanidad y que traerá un gran fruto. El nuevo pueblo de Dios así constituido bajo la dirección del Espíritu Santo es llamado: Iglesia Católica.

Debemos estar orgullosos de la iglesia católica, nuestra iglesia. Es animada y vivificada por una llama: ¡el fuego del Espíritu Santo! Este fuego que alimentó a los primeros apóstoles y todos los verdaderos cristianos durante siglos, todavía está disponible para nosotros. ¿Qué podemos desear mejor en este día? Si no que este fuego arda en nuestras almas y abrase el mundo entero con su suave ardor. 

Este día del aniversario de Pentecostés es un día de acción de gracias. Santa Teresa del niño Jesús, quien se convertiría en patrona de los misioneros alrededor del mundo, fue curada de su grave enfermedad por la sonrisa de María, el mismo día de Pentecostés. Pidamos en este día, ser curados de nuestra tibieza espiritual.


PROPÓSITO DEL DÍA:

Invoquemos particularmente la asistencia del espíritu santo, rezando: Veni Sancte Spiritus!