Fiesta de la Santísima Trinidad
La liturgia de la Iglesia dedica el primer domingo después de Pentecostés a celebrar especialmente la Santísima Trinidad.
Es en Francia y Bélgica, a principios del siglo X, que comenzó a difundirse esta devoción entre los cristianos y componerse una misa en honor a la Trinidad Beatísima. Pero Roma se negó a aplicar esta práctica, puesto que para ella, todos los días y especialmente el domingo, ya se rinde homenaje a la Santísima Trinidad. Será bien entrado el siglo XIV que el Papa acepta esta celebración en el calendario, y así disfrutamos hoy de esta solemnidad...
Generalmente los fieles encuentran este misterio complicado y predicadores experimentados apenas se atreven a correr el riesgo de hablar de este gran misterio de nuestra fe.
Dos grandes pensamientos ocupan la liturgia de hoy:
1) Dios nos ha revelado el secreto intimo de su vida. Es a los hombres del Nuevo Testamento que Dios ha revelado este secreto, es una marca de confianza.
2) La Santísima Trinidad nos ha cubierto de misericordia pues, a pesar de ser pecadores, el Hijo de Dios vino a visitarnos y el Espíritu Santo nos fue dado para que nos convirtiéramos en Hijos adoptivos de Dios y pudiéramos llamar Padre, a nuestro Dios.
¿No es quizás esta la llamada de la misericordia que el ángel de Fátima enseñará a los pequeños a través de esta oración?
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el precioso cuerpo, sangre, alma y divinidad de Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencia por los cuales Él es ofendido. Por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y el Inmaculado Corazón de María, te ruego la conversión de los pobres pecadores.
PROPÓSITO DEL DÍA
Recitar en este día la hermosa oración del ángel de Fátima
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