Jueves de la Octava de Pentecostés


Infirma nostri corporis: ¡Fortalece nuestra débil carne!
Normalmente, si todo ha ido bien, el día de la confirmación recibimos del obispo una bofetada en la mejilla. La liturgia lo quiere así para significarnos que en este día el Espíritu Santo nos da la fuerza para afrontar los combates de la vida cristiana. ¡Oh pobre! ¡Si hubiera adivinado todo lo que me esperaba...!
Pero independientemente de nuestra historia y sus dificultades, recuerda esto: ¡la venida del Espíritu Santo hace ser al cristiano un combatiente de gran valor! Esta fuerza ha brillado en los mártires y Santos de todo tiempo. Así, por ejemplo, san Téofano Vénard, un mártir en Vietnam, escribió una carta a sus padres, la víspera de su ejecución, en la cual les decía: nos vemos en el cielo... Brilla aún hoy entre los cristianos perseguidos...
Tanto en Sudán como en China, Egipto y Pakistán, siempre hay lugares de nuestra tierra donde los hombres son fieles a Jesucristo, incluso a riesgo de sus propias vidas... Estos mártires cristianos nos impresionan y condenan nuestra cobardía, a quienes se quejan a menudo. Y, sin embargo, no arriesgamos ninguna sanción por nuestra profesión de fe. No hay ráfagas de Kalashnikov por llevar nuestra fe en Jesucristo a la práctica...
¡Pueda su valor curar nuestra tibieza y su oración ayude a la nuestra!

PROPÓSITO DEL DÍA

Recitar el Veni Creator


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