Miércoles de la Octava de Pentecostés

Infunde amorem cordibus: ¡Derrama la caridad en nuestros corazones!

A menudo veo gente que acusa a Dios de sus problemas, y me sorprende... Cuando tenemos un problema (y ¿quién no los tiene?) acusamos y culpamos a Dios inmediatamente. Quizás debido a
una enfermedad que afecta a uno de nuestros seres queridos, por asuntos que no funcionan como nos gustaría que funcionaran, porque tuvimos un fracaso... Entiendo muy bien que se rebelen por el sufrimiento, pero ¿por qué culpar a Dios cuando a menudo, por otra parte, no practicamos, oramos muy poco y le damos en nuestra vida, a Él, un significado tan efímero?

Los cristianos practicantes también experimentan grandes dificultades, pero saben un gran secreto: el Señor les dejó algo para encontrar apoyo y ayuda, y esto, son los sacramentos. Es en la práctica de los sacramentos, especialmente el de la Comunión y la Confesión que el espíritu de amor está en nosotros y nos comunica este amor extra, que necesitamos para soportar las penas de esta vida y encontrar el camino hacia una verdadera caridad.

Santa Juana de Arco, por ejemplo, experimentó un momento de terrible angustia cuando se enteró de su sentencia a muerte en la hoguera. Ella conoció por una revelación interior, que tenía que morir, pero la idea de la destrucción de su cuerpo en el que había conservado su tan estimable virginidad consagrada a Dios, le causaba grandes tormentos y angustias... Pidió recibir la comunión como viático y, a pesar de todo lo que la acusaban (hereje, relapsa y de tantas otras infamias...), le fue concedida su solicitud. Y será entonces cuando ella encuentre la paz y la fortaleza para enfrentar su injusto castigo...

Tengamos también esta sabiduría, y no nos alejemos del Amor que se comunica a nosotros, de manera especial en los sacramentos.


PROPÓSITO DEL DÍA

Como toda la semana, recitar el Veni Creator

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