Viernes de la Octava de Pentecostés

Ductore sic te praevio: Caminar bajo su dirección...

La primera oración del Canon de la Misa, el Te igitur, afirma que el santo sacrificio de la Misa se ofrece en primer lugar para la Santa Iglesia Católica. En esta oración pedimos especialmente que el Señor digne pacificar nuestra Iglesia, protegerla, unirla, dirigirla. Tal es la obra del Espíritu Santo y Él la realiza por la Eucaristía. Uniéndonos a esta oración, trabajamos con el Espíritu Santo...

Ha hecho falta una especial presencia en nuestra Iglesia para que 2000 años de debilidades humanas, de pobrezas de todo tipo y agitación política, la hayan dejado intacta, sin mancha y sin arruga, como dice San Pablo a los Efesios; ¡siempre fiel en la fe y resplandeciente de belleza!

Pero si el Espíritu Santo une tan fuertemente a la iglesia, nuestra madre, ¿no deberíamos también sentirnos preocupados por este trabajo de unidad? ¿Y cómo? Practicando diariamente la palabra de San Agustín: "In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas". Que podría traducirse de esta manera: ¡que seamos unánimes en la doctrina definida por el dogma, libres para los puntos dudosos y practiquemos la caridad en cualquier ocasión!

¿Estás seguro de que realmente practicas esto?

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