Vigilia de Pentecostés
La vigilia de Pentecostés, en contraste con muchas de las vigilias, es una vigilia alegre, una anticipación de la celebración del día siguiente. Antiguamente se celebraban los bautizos y confirmaciones en una vigilia similar a la de la vigilia Pascual. Los textos de la Misa evocan naturalmente la renovación que debe hacer el Espíritu Santo en nosotros. Si queremos vivir el espíritu de la liturgia, debemos en este día:
(1) Especialmente conmemorar el bautismo: el gran día donde hemos sido tocados por el Espíritu Santo hasta el fondo de nuestra alma y renovados en profundidad, ¡bien merece una acción de agradecimiento y un cumpleaños! Es lo que pensaba San Luis, quien se hacía llamar "de Poissy" porque era el lugar de su bautismo. ¿Pero recordamos por lo menos la fecha de nuestro bautismo?
(2) Prepararnos para la venida del Espíritu Santo: Si el cielo debe estar al unísono con la tierra en la liturgia, seguramente habrán preparadas unas hermosas gracias para nosotros en este día. Sepamos prepararnos a ellas con una mayor fidelidad... No nos olvidemos de confesarnos este día de Pentecostés.
PROPÓSITO DEL DÍA
Confesarme en esta gran fiesta
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