Como obra Jesús en el alma
JESÚS PROCEDE POR MEDIO DE DESGARRAMIENTOS DE CORAZÓN Y CRUCES
El fruto del Espíritu de Jesús es siempre el gozo y la paz; solamente, como El obra, en este caso, por las cruces y las tristezas, obra también en nosotros de la misma manera. ¡Qué hermoso es estar vacío y desnudo de toda existencia, tanto en las creaturas y por las creaturas, como en sí mismo y por sí mismo! ¡Que Jesús solo, y su divino Espíritu y por su divino Espíritu, anime y posea nuestras almas! El realizará, a este efecto, desgarramientos de corazón espantosos, pero ¿no es dueño de obrar según su beneplácito? Y, por otra parte, ¡qué felicidad para nosotros verlo obrar de esta manera! ¿No es preciso que desgarre y arranque, si quiere aniquilarnos enteramente en nosotros mismos, para vivir y existir El solo en nosotros? Le digo pues francamente, aunque haya ahí una especie de crueldad, que me alegro de todo corazón de verlo obrar en usted con este poder al que usted no será jamás capaz de resistir. Inútilmente intentaría hacerlo, sería en vano: Jesús triunfa, no logrará arrancarle su presa. Es como un león que tiene atrapado a un pequeño animal tembloroso. ¿Quién pretendería arrancárselo? ¡Ah, lo alabo y lo bendigo por su bondad incomprensible! Así procede El cuando quiere absolutamente poseer un alma a la que ha tomado una predilección particular; no da razones, sino que hace violencia; y cuando se pone a hacer violencia, lo hace de tal manera que la pobre creatura, no sabiendo qué hacer, se ve obligada a dejarse llevar por sus manos, incapaz como es de escaparse de ellas.
(Carta 105 P. Libermann)
A UN DIRECTOR DE SEMINARIO
Rennes, 25 del mes de María de 1838
El fruto del Espíritu de Jesús es siempre el gozo y la paz; solamente, como El obra, en este caso, por las cruces y las tristezas, obra también en nosotros de la misma manera. ¡Qué hermoso es estar vacío y desnudo de toda existencia, tanto en las creaturas y por las creaturas, como en sí mismo y por sí mismo! ¡Que Jesús solo, y su divino Espíritu y por su divino Espíritu, anime y posea nuestras almas! El realizará, a este efecto, desgarramientos de corazón espantosos, pero ¿no es dueño de obrar según su beneplácito? Y, por otra parte, ¡qué felicidad para nosotros verlo obrar de esta manera! ¿No es preciso que desgarre y arranque, si quiere aniquilarnos enteramente en nosotros mismos, para vivir y existir El solo en nosotros? Le digo pues francamente, aunque haya ahí una especie de crueldad, que me alegro de todo corazón de verlo obrar en usted con este poder al que usted no será jamás capaz de resistir. Inútilmente intentaría hacerlo, sería en vano: Jesús triunfa, no logrará arrancarle su presa. Es como un león que tiene atrapado a un pequeño animal tembloroso. ¿Quién pretendería arrancárselo? ¡Ah, lo alabo y lo bendigo por su bondad incomprensible! Así procede El cuando quiere absolutamente poseer un alma a la que ha tomado una predilección particular; no da razones, sino que hace violencia; y cuando se pone a hacer violencia, lo hace de tal manera que la pobre creatura, no sabiendo qué hacer, se ve obligada a dejarse llevar por sus manos, incapaz como es de escaparse de ellas.
(Carta 105 P. Libermann)
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