¿Es posible convertir a los musulmanes?
Para
aquellos que están acostumbrados al mantra de que el Islam es una religión
pacífica y virtuosa, este “juicio del Islam” que hace un obispo que dedicó su
vida a las Misiones, es un abreojos. Describe –por experiencia propia– no sólo
las inmoralidades de esta falsa religión, sino también las dificultades de
convertir a los musulmanes en católicos.
Aunque también, este obispo Misionero, ensalza a aquellos que se han convertido a la fe
Católica, y que la han abrazado completamente, no solamente transformando sus
vidas por Cristo, sino también a la sociedad que los rodea por Su Reino. Un
elemento clave de esta transformación viene de las gracias del Santo Sacrificio
de la Misa:
Ciertamente
sabía, por los estudios que había realizado, lo que este gran misterio de
nuestra Fe era, pero no había entendido aun su completo valor, eficacia y
profundidad. Hasta que pude comprobar día tras día, año tras año en África primero en el seminario y después en los matorrales entre
los africanos, con los nativos, lo que la gracia de Nuestro Señor puede operar en las almas.
Ahí
vi – sí, lo vi – lo que podía hacer la gracia de la Santa Misa. Lo vi en las
almas santas de algunos de los catequistas. Lo vi en esas almas paganas
transformadas por la asistencia a la Santa Misa y por la Sagrada Eucaristía.
Esas almas entendieron el misterio del Sacrificio de la Cruz y se unieron a
Nuestro Señor Jesucristo en los sufrimientos de Su Cruz, ofreciendo sus
sacrificios y sus sufrimientos con Nuestro Señor Jesucristo, y viviendo como
cristianos.
Éstos,
fueron hombres fruto de la gracia de la Misa. Asistían diario a Misa, comulgaban
con gran fervor y se convirtieron en modelos y en la luz para aquellos que los
rodeaban. Esto sólo por nombrar a algunos sin contar a los muchos cristianos
transformados por esta gracia.
Tuve
la oportunidad de ver estos pueblos paganos convertirse en cristianos siendo
transformados no sólo, yo diría, espiritual y sobrenaturalmente, sino siendo
aún transformados física, social, económica y políticamente; porque esta gente,
paganos como eran, se volvieron conocedores de la necesidad de cumplir con sus
deberes, a pesar de las pruebas, a pesar de los sacrificios; manteniendo sus
compromisos, y particularmente su promesa en el matrimonio.
Entonces
la aldea empezaba a transformarse, poco a poco, bajo la influencia de la gracia
del Santo Sacrificio de la Misa, y pronto todos los pueblos querían que
uno de los Padres los visitara. ¡Oh, la visita de un misionero! Esperaban con
impaciencia para asistir a la Santa Misa, para poder confesar sus pecados y
entonces poder recibir la Sagrada Comunión.
Algunas de estas almas también se consagraron al servicio
de Dios: monjas, sacerdotes y hermanos dándose a Dios, consagrándose a sí
mismos a Dios. “Ahí tenéis el fruto del Santo sacrificio de la Misa”.
Comentarios
Publicar un comentario