28 DE DICIEMBRE


ES ANUNCIADO A LOS PASTORES EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO.
1.     “En aquella comarca había algunos pastores que pasaban la noche en el campo, guardando sus rebaños, relevándose unos a otros, y he aquí  que un ángel del Señor se les apareció.” Dios reveló primeramente el nacimiento de su Hijo a unos pobres y sencillos pastores, que llevaban una vida inocente y laboriosa conforme a su estado. No desprecies a los pobres, puesto que Dios los honra y los ángeles los visitan. “Se vieron rodeados de un resplandor divino.” Vela sobre tus pasiones, guarda tus afectos puros para estar siempre dispuesto a recibir las gracias divinas. La ociosidad y la sensualidad son origen de mil pecados que alejan los favores divinos. A los pastores “les embargó el terror” con la aparición del ángel, en el que se reflejaba el resplandor del Sol divino aparecido al mundo. Sea cual fuere la manera con que Dios te hable, oye con respeto a sus enviados, pues siempre se propone Dios tu dicha. Por esto añadió el ángel: “No temáis, os traigo la nueva de una gran alegría.” Un alma recta puede tener temores; pero cuando es dócil a la palabra divina, sus inquietudes se disipan pronto. Los pastores no replicaron al ángel, creyeron sin razonar. Como ellos, según el mandato de Dios mismo, no tengas más temor; espera, ama, alégrate en Jesús tu Dios.

2.    “Hoy os ha nacido un Salvador que es Cristo.” La venida de Jesucristo, ¡he aquí nuestra esperanza! Ha nacido para todos, pero puede decirse que ha nacido para ti especialmente. Sí, Jesús niño es tu Salvador, tu tesoro y no el de los ángeles; pero aunque su Corazón quiere tu salvación, no te salvará sin tu cooperación. Después de considerar la marcada preferencia que Dios otorga a las almas puras, diligentes, mortificadas y desprendidas de los bienes terrenales, mira cuán opuesta a la de Dios es la conducta del mundo, que emplea siempre todas sus atenciones en los ricos y en los grandes. Piensa qué puedes hacer para obtener los dones de Jesús recién nacido. No invita a que vayan juntos a Él a los que duermen en las grandes ciudades. Renuncia tú al Fausto y a la sensualidad. Ama la oración y el trabajo. Vigila sobre las almas que Dios te ha confiado. Tu principal cuidad ha de ser velar sobre tu corazón, sobre tu alma y sobre tus sentidos, para apartar de ellos todo cuanto pueda impedir que Jesús niño nazca espiritualmente en ti.

3.    Y esta será la señal: “encontraréis un niño recién nacido envuelto en unos pañales y reclinado en un pesebre”.
Estas palabras indican las virtudes de Jesús recién nacido: su humildad, su pobreza, su mortificación.
Al hacer Dios que la humildad fuese el signo distintivo del nacimiento de su Hijo, nos recuerda que, habiendo sido al orgullo la causa de la caída del ángel y del primer hombre, la humildad será el preservativo del pecado y nos hará que participemos con abundancia de los beneficios de la Redención.
En la Eucaristía está Nuestro Señor aún más humillado que en su infancia. Las santas especies son más pobres que los pañales, y el copón no es menos frío que el pesebre. ¡Ah! ¿No ha encontrado en tu corazón más de una vez un pesebre tan miserable y desmantelado como el del establo?...
Arrepiéntete de no haber ofrecido siempre a Jesús un santuario digno de su corazón.
Adora al divino Niño a quien vas a recibir, y al pensar en las muestras tan grandes de humildad que te ha dejado, pídele la gracia de amar esta virtud tan grata a su corazón, y de hacer muchos actos de ella para unirte estrechamente a Jesús.

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