MARTES DE PASCUA


                                                            EL EVANGELIO DEL DÍA.

“En aquel tiempo, dice el EVANGELIO del día, Jesús se presentó de repente en medio de sus discípulos y les dijo: la paz sea con vosotros; soy yo, no temáis. Ellos, empero, estaban atónitos y atemorizados y se imaginaban ver a algún espíritu, mas Jesús les dijo: Mirad mis manos y mis pies, yo mismo soy; palpad y considerad que un espíritu no tiene carne ni huesos, como vosotros veis que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies.” Esto nos cuenta el Evangelio (Lucas 24, 36-40).

Alma probada por la ARIDEZ y la TENTACIÓN, no pienses que el Salvador te ha abandonado y ha permitido que seas presa de la malicia de tus enemigos, porque cuando le buscas en la lectura, la oración, la Misa y la sagrada Comunión, parece ocultarse a tu amor; mira que en el momento en que más lejos creas encontrarte de él, se presentará ante tus ojos y para tranquilizar tu inquietud te mostrará sus llagas, diciéndote:
                            
“Hijo mío, ¿por qué temes? ¿No soy acaso tu Redentor? ¿No llevo tu nombre escrito en las palmas de mis manos, no descendí del cielo para buscarte? ¿Por qué te atormentas con el triste pensamiento de que te he abandonado, dejándote en poder de tus enemigos y echándote lejos de mí? Una madre no podría abandonar a su hijito, y aunque ella pudiera hacerlo, yo te declaro que nunca podré olvidarte. Mira las llagas de mis manos, de mis pies y de mi costado; si las he conservado visibles, aun después de mi Resurrección, ha sido para poderte dar un testimonio de mi amor, de mi amor por ti, que habrá de ser eterno, si quieres permanecerme fiel.”
¡Oh consoladoras palabras de Dios! SOLO PIDE de nosotros rectitud de intención y buena voluntad. Con solo esto, nuestras pruebas, aun las más sensibles, se nos tornarán en beneficio.- ¡Oh Jesús! Cuando pienso en tu bondad, no puedo por menos de ESPERAR en ti, lleno de confianza. Destierra de mi corazón la pesadumbre, la tristeza y la inquietud. En los momentos más críticos de mi vida concédeme: 1º, contemplar tus sagradas LLAGAS, del mismo modo que las contemplaron tus discípulos y refugiarme dentro de ellas por medio de la fe, de la oración, del abandono filial; 2º, recurrir siempre a los encargados de DIRIGIR MI ALMA y seguir en todo sus consejos, como si los escuchara de tus labios divinos. Por intercesión de tu Madre santísima, une de mi débil voluntad a la tuya todopoderosa, sobre todo en el momento de mis penas interiores, para que puedan servir a la santificación de mi alma y a mi progreso espiritual.

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