DOMINGO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD
EL MISTERIO DEL DÍA
Al recibir del Redentor la
misión de enseñar a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, es decir, en nombre de un solo Dios en tres
Personas, la Iglesia puso todo su afán en DAR A CONOCER al mundo este dogma y
en defenderlo contra todas las herejías. El Símbolo de los Apóstoles y un gran
número de Concilios determinaron esta verdad y muchos doctores de la Iglesia
han escrito páginas admirables acerca de tan inefable misterio.
En nombre de un Dios en tres Personas,
la Iglesia Católica BAUTIZA, absuelve, confirma, bendice a los esposos,
administra la Extremaunción a los enfermos e invita al alma cristiana a que
salga de este mundo, para penetrar en la mansión de los Elegidos. Todas las
bendiciones del ritual se dan en nombre de la Santísima Trinidad, y el más
augusto de todos los sacrificios, el sacrificio de la Misa que diariamente se
celebra sobre miles de altares, se ofrece a ella.
Todos los
pensamientos y aspiraciones humanas deberían orientarse a este misterio
incomprensible, objeto principal del culto. Los primeros cristianos lo
confesaron delante de los tiranos, los SANTOS de todas las épocas lo
contemplaban y obraban milagros en su nombre. Santa María Francisca de las
Cinco Llagas exclamaba: “¡Oh que no pueda yo morir, que no pueda ofrendar mi
vida para testimoniar mi fe en el augusto misterio de la Santísima Trinidad! ¡Que
no pueda yo pagar al precio de mi sangre la dicha de hacerlo conocer y adorar
de todos los hombres!”
Esta santa,
que con tanta vehemencia se expresaba, no empezaba jamás ninguna de sus
oraciones sin haber antes recitado el Gloriapatri
profundamente inclinada. Para ella, la adoración de Dios en tres Personas
era la primera y la última de las acciones que realizaba durante el día y todos
los años se preparaba a celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad haciendo
una novena de oraciones, de ayunos y de mortificaciones. -Imitemos a tan
fervorosa franciscana, y creamos vivamente como ella el dogma de Dios tres
veces santo, que habita en nosotros, a quienes creó, redimió, santificó y
destinó a recibir una recompensa eterna.
¡Oh Trinidad
divina, adorada por los ángeles, los santos y la augusta Reina de los Cielos!
Quiero unirme a ellos para alabarte, bendecirte, darte gracias y ensalzarte por
siempre jamás. Concédeme fuerzas para vencer a honor tuyo la TRIPLE
CONCUPISCENCIA del mundo; el ORGULLO, por una sincera humildad que me ayude a
glorificarte y a soportar con paz todas las humillaciones; el amor de los
BIENES PASAJEROS, por el desprendimiento de las riquezas y la paciencia en las
privaciones; el deseo de los PLACERES SENSUALES, por la mortificación de los
sentidos y de mis viciosas inclinaciones. Hazme triunfar constantemente en la
lucha de todos los días, para que siempre puedas encontrar en mi una agradable
morada.
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