MIÉRCOLES DE PENTECOSTÉS


LOS DONES DEL ESPÍRITU SANTO. SU PRECIO.

Hay hombres capaces de realizar sin demasiados trabajos y en poco tiempo empresas difíciles que otros no podrían llevar a cabo aunque emplearan en ello su vida entera. Esto se explica porque a los primeros les fueron concedidas DOTES NATURALES que no poseían los otros: buena memoria, inteligencia clara, imaginación viva y bien ordenada, voluntad firme, gusto exquisito y seguro. Cualidades, debido a las cuales se han formado grandes oradores, hombres de letras y de ciencia famosos, pintores, músicos, artistas, arquitectos célebres, hábiles políticos y sabios eminentes.

Lo mismo acontece en el orden SOBRENATURAL. Los santos, iluminados por Dios, comprenden los más altos misterios, se elevan fácilmente a la contemplación de la divinidad, obtienen sobre sí mismos las más señaladas victorias y llevan vida tan perfecta y sobrenatural que nos parece imposible poderla imitar y nos contentamos con admirarla. Pero si los santos son capaces de realizar tales maravillas, es gracias a los DONES DEL ESPÍRITU SANTO. Cuando Fray Gil de Asís oía pronunciar la palabra “paraíso”, quedaba arrebatado en éxtasis, pues al escuchar solo esta palabra se le venían rápidamente a la imaginación todas las bellezas del cielo; y los mártires, débiles por naturaleza, tuvieron fortaleza para luchar y vencer como héroes gracias al Espíritu que santificó a los Apóstoles y a los primeros cristianos.
                           
Si nosotros estuviéramos, al igual que los santos, enriquecidos por los dones del Espíritu Santo, también estaríamos como ellos penetrados de las grandezas de Dios, del valor inapreciable de sus beneficios y desearíamos ardientemente dedicarnos al divino servicio. ¡Oh, cuán preciosos son los dones del Espíritu Santo, y cuán dignos de ser ambicionados! Nosotros los recibimos el día del Bautismo, la Confirmación los consolidó en nuestra alma; ¿por qué, entonces, tenemos tan pocas luces para orar y meditar, por qué somos débiles y cobardes para combatir espiritualmente, por qué somos enemigos declarados del dolor, de la penitencia, de la abnegación? ¡Ah!, de seguro por no estar interiormente en la disposición debida, no hemos aumentado en nosotros los dones celestiales a la manera que lo hicieron los verdaderos discípulos de Jesús. Pidámosle pues, al Señor con fervor y perseverancia que mueva nuestros corazones a acoger y cultivar con afán esos sagrados dones.
¡Oh Dios mío, Espíritu de Santidad! No permitas que me rebele jamás contra los movimientos de la gracia, e inspírame gran SUMISIÓN y DOCILIDAD hacia ti, para que, cuando me hagas ver mis malas inclinaciones y la fealdad y malicia de mis pecados, tenga FUERZAS para corregirme, arrancando del corazón los malos sentimientos, perdonando las injurias y, siguiendo el ejemplo de los santos, me ejercite en la práctica de las más sólidas virtudes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)