13 DE JULIO
FIDELIDAD EN EL
CUMPLIMIENTO DEL DEBER
Dios exige
con razón NUESTROS HOMENAJES a causa de
su perfección, de su soberano dominio y de su excelencia esencial. Nosotros
podremos rendirle estos homenajes cumpliendo con fidelidad los deberes de
piedad. Durante la ORACIÓN humillamos nuestro espíritu en su presencia divina,
confesamos nuestra indigencia y miseria y glorificamos, por tanto, la santidad
del Altísimo. Por el sacrificio de la MISA tributamos alabanzas y acciones de
gracias sin límites a la divina Majestad y le rendimos los homenajes de
adoración, sumisión y agradecimiento, debidos a sus divinos atributos y a sus
innumerables beneficios.
Además,
cumplir los deberes de piedad es medio excelente para ENRIQUECERNOS de bienes
celestiales, porque, como dijo el divino Maestro: “Todo aquel que pide, recibe;
y quien busca halla; y al que llama se le abrirá (Luc. 11, 10).” Por la
oración, la Misa, la Comunión y demás prácticas piadosas pedimos, buscamos y
llamamos. Reclamamos de Jesús los socorros necesarios; le buscamos a él mismo,
como Pan de Vida, Bien soberano y eterno; y llamamos a las puertas de su
corazón con el fin de alcanzar los medios de salvación. Por tanto, si
multiplicamos los actos de petición en las prácticas piadosas de todos los
días, notaremos sensiblemente nuestro crecimiento en la vida espiritual.
Siendo los
deberes de piedad base de la UNIÓN CON DIOS, cuanto más fieles seamos en
cumplirlos más se multiplicarán en nuestros corazones las luces, la fuerza, el
valor, la confianza y la conformidad habitual con el beneplácito divino. Por
eso fueron los santos tan constantes en la piedad, porque así apretaban los
lazos que los unían al Señor.
¿Somos
nosotros como ellos, EXACTOS en el cumplimiento de los deberes de piedad?
¿Haremos todas las mañanas meditación con la resuelta atención y devoción que
requiere práctica tan importante? ¿No descuidamos el examen de conciencia, la
lectura espiritual, los buenos propósitos y las oraciones jaculatorias?
¡Oh Dios mío!
¡Qué cuenta tan estrecha habré de rendirte un día por haber desperdiciado
tantas ocasiones de meditar, orar, ir a Misa, confesarme y comulgar! Hazme
conocer la práctica piadosa que cumple con menos cuidado. Aumenta en mí, te lo
ruego, mi FERVOR de espíritu o de voluntad; concédeme la gracia de seguir
puntualmente hasta la hora de mi muerte la regla de vida que me he impuesto,
para obtener por ella una resolución sincera de rendirte HOMENAJES, ALCANZAR tu
ayuda y UNIRME a ti estrechamente.
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