23 DE OCTUBRE

FE Y CONFIANZA EN DIOS

La fe es indispensable para que sean eficaces nuestras oraciones. La FALTA DE FE ata las manos de Jesús encadena su poder y nos hace permanecer hundidos en nuestra miseria y pobreza; en cambio, la fe viva mueve su divino Corazón y nos alcanza todos los bienes. El Evangelio confirma la verdad de estas palabras. Recordemos que si el Señor hizo pocos milagros en Nazaret fue "a causa de su incredulidad (Mat. 13, 58)". Cuando el padre del niño endemoniado le pidió curase a su hijo, lo hizo como dudando de su poder: "Si puedes algo, socórrenos compadecido de nosotros." Inmediatamente replicó el Señor: "Si puedes creer, todo es posible para el que cree." Luego la falta de fe, la duda, la vacilación son obstáculos que se oponen a la acción bienhechora de Dios.

Por el CONTRARIO, el mismo Jesús dijo: " Por tanto, os aseguro que todo cuanto pidiereis en la oración, TENED FE  de conseguirlo, se os CONCEDERÁ. Y de HECHO el divino Maestro atribuye a la fe de quienes a él se dirigen los milagros que obra en su favor. Por eso dijo al centurión: "Vete y que te suceda conforme has creído (Mat. 8, 13)"; y al leproso: "Tu fe te ha salvado (Luc. 17, 19); y a los dos ciegos, al devolverles la vista: "Según vuestra fe, así os sea hecho (Mat. 9, 29)";  y a Jairo, antes de resucitar a su hija: "No temas, basta que creas, y vivirá (Luc. 8, 50)". -Jesús dijo también a los apóstoles después de apaciguar una tempestad: "¿Qué teméis?, ¿Cómo no tenéis fe todavía? (Mar. 4, 40)." También a nosotros podía dirigirnos el mismo reproche y preguntarnos como a San Pedro, temeroso de hundirse en el mar: "Hombre de poca fe, ¿por qué has titubeado? (Mat. 14, 31)", dándole con sus palabras a entender que las dudas, más que la tempestad, le pusieron en peligro. 

¿De dónde provienen las faltas en que incurrimos los defectos que constantemente renacen en nosotros y las flaquezas, al parecer incurables, y que lamentamos desde hace ya muchos años? ¿No será, quizá, de nuestra FALTA DE FE o confianza en Dios? Ejercitemos, por tanto, esta confianza, sobre todo cuando oramos, y aun más cuando recibimos a Jesús en la sagrada Eucaristía.

¡Oh divino Salvador mío! ¿Cómo es posible pueda dudar de tu bondad, después de todas las promesas hechas en favor de la ORACIÓN? Te ruego me concedas la gracia de una fe vivísima, sobre todo cuando me acerque a recibir tu CARNE SACRATÍSIMA en el Sacramento del amor. Haz que al ponerme en contacto con las especies sagradas experimente en mí la virtud que emana de tu PERSONA, se curen todas mis espirituales languideces, se disipe toda mi desconfianza y recupere la salud perfecta del alma. 

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