8 DE OCTUBRE

 LA VIDA INTERIOR

"Andar en LO INTERIOR con Dios, dice el autor de la Imitación, y no embarazarse de fuera con alguna afición, estado es de varón espiritual (Imit. lib.- 2, cap. 6)." Según estas palabras, es uno hombre espiritual, hombre de vida interior, al separarse de aquellas cosas que disipan el espíritu y encadenan el corazón para ocuparse siempre de Dios, de su gracia, de su gloria y de su santo servicio.

El hombre espiritual trabaja por conocer la vanidad del mundo y de los BIENES PERECEDEROS, para despreciarlos y despojarse de ellos. Al mismo tiempo estima, admira y ama eficazmente cuanto le lleva a Dios: la oración, las luces, los atractivos, las impresiones secretas del Espíritu Santo; en una palabra, cuanto sirve para acercarle al Bien soberano, por el que suspira.

Otra de las características de la vida interior es que nos lleva a romper con NOSOTROS MISMOS, con el amor propio, las malas inclinaciones y con nuestra naturaleza altiva, sensual y corrompida, el mayor obstáculo para la unión con Dios. Por eso dijo San Lorenzo Justiniano: "El hombre interior o espiritual es el que ha vencido las pasiones de la carne y ha sometido los sentidos a la razón, el afecto a la devoción y las potencias del alma al dominio ÍNTIMO de la Sabiduría eterna."

Por tanto, la vida espiritual es vida independiente de la materia y de los sentidos; vida POR ENCIMA de los criterios del mundo, que tanto se afana tras los honores, los placeres y los bienes pasajeros; vida por encima de las inclinaciones naturales, tan frecuentemente opuestas a la voluntad divina.

Cuando se vive esta vida se rechazan las distracciones y los pensamientos inútiles, para meditar las VERDADES DE LA FE y tener siempre de acuerdo las creencias con la conducta. Además, constantemente se busca el trato del Huésped divino que habita en nosotros. De aquí brotan FRECUENTES ORACIONES JACULATORIAS, actos de humildad y confianza, de abandono, de contrición, de agradecimiento, de amor, de petición, que mantienen el corazón siempre fervoroso, constantemente en contacto con la Bondad infinita. ¡Oh cuán noble y fecunda en frutos de salvación es la vida interior! El Señor, foco divino de toda luz, océano de todas las gracias, fuente inagotable de las más puras alegrías, deja al alma como impregnada de estos bienes al comunicarse ésta constantemente con él.

¡Oh Jesús mío!, nada mejor podría yo desear en este mundo que elevarme por encima de la tierra y de los sentidos, de la razón y de mí mismo, para vivir vida celestial, espiritual, sobrenatural y divina, semejante a la que llevan en el cielo los bienaventurados. Por intercesión de todos tus santos, te ruego me concedas las siguientes gracias: 1º PENSAR siempre en ti y en las verdades más eficaces para santificarme; 2º ORAR siempre, obedeciendo así tu divino precepto con el corazón desprendido de cuanto no me lleve a ti.

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