17 DE NOVIEMBRE

 LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

La Comunión espiritual consiste, según Santo Tomás, en un ARDIENTE DESEO de recibir sacramentalmente al Dios-Salvador. -Sabemos que el divino Redentor desea con gran vehemencia darse a nosotros y que busca las almas que le aman como la abeja va buscando las flores más perfumadas. Por tanto, hemos de corresponder a tal deseo con nuestros propios deseos. Será ciertamente buena prueba de amor por nuestra parte unirnos de corazón al de un Dios que tanto nos ama. No le dejaría indiferente tal demostración.

Por eso, son muchos los FRUTOS PRECIOSÍSIMOS que nos brinda la Comunión espiritual. Lo primero de todo, nos dispone para recibir la Comunión sacramental, a traernos a la mente el pensamiento de Jesús y llevar hacia él los impulsos y afectos del alma, deseosa de recibirle. Después, según Santa Teresa, imprime aún más profundamente en nosotros el amor del divino Maestro y los buenos efectos, consecuencia de tal amor. Y, por último, también es doctrina de Santa Teresa siempre que hacemos con fervor la Comunión espiritual nos alcanza, aunque a veces no lo entendamos, algún favor particular (Camino de Perfección, cap. 35, n.1). "Siempre que comulgas espiritualmente, decía Nuestro Señor a la venerable Juana de la Cruz, te concedo una gracia, en cierto modo semejante a la que recibes al comulgar sacramentalmente." -Sin duda, acontece con la Comunión espiritual lo que con el bautismo de deseo, como también la contricción perfecta en ciertas ocasiones reemplaza al sacramento de la Penitencia. El alma fervorosa podrá sacar más provecho de las Comuniones espirituales que el que pueda recoger de las suyas sacramentales el alma tibia.

Por todo esto, el Concilio Tridentino recomienda y alaba la práctica de las Comuniones espirituales. Para todos los verdaderos discípulos de Cristo constituye un gozo poderlas renovar con frecuencia. La bienaventurada Ángela de la Cruz comulgaba espiritualmente cien veces durante el día y otras tantas veces durante la noche, asegurando que su corazón no hubiera podido vivir sin este misterioso alimento. -A su ejemplo, unámonos con Jesús: dirijamos el pensamiento al Santísimo Sacramento del altar. Deseemos tener las mismas disposiciones de la seráfica Teresa de Jesús que decía: "Si yo estuviera medio muerta y me presentaran la Comunión creo que reviviría para recibirla."

¡Oh Dios mío! ¿Por qué no sentiré yo tan gran ardor BIEN INFINITO y que me encuentro en la MAYOR POBREZA para procurarme la salvación. Porque cuando yo entienda esto, te desearé como el ciervo sediento las fuentes de agua viva, o como el hambriento los manjares que le ofrecen.

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