12 DE FEBRERO

 DE LA ORACIÓN CONTINUA

Aun antes de la venida del Salvador, el Espíritu Santo aconsejaba a los hombres que no pusieran obstáculos a la constante oración: "Nada te detenga de orar siempre que puedas." (Ecle.18, 22). Pero cuánto más terminante es el divino Maestro, que enseñaba, dice San Lucas, que hay que orar constantemente, sin cansarse jamás de la oración. De esta forma quiere que recemos, aunque a veces parezca que Dios no atiende a nuestras súplicas y que le enojamos con nuestras peticiones.

"El Señor les dijo un día a sus discípulos: "Si alguno de vosotros tuviere un amigo, y fuese a estar con él a medianoche y a decirle: Amigo, préstame tres panes, porque otro amigo mío acaba de llegar de viaje a mi casa y no tengo que darle; aunque aquél de adentro le responda: No me molestes; la puerta está ya cerrada y mis criados acostados; no puedo levantarme a dártelos. Y si el otro porfía en llamar y más llamar, yo os aseguro que, cuando no se levantase a dárselos por razón de su amistad, a lo menos por librarse de su IMPERTINENCIA se levantará al fin y le dará cuantos hubiere menester. Así os digo yo, añadió Jesús: Pedid y se os dará, llamad y se os abrirá (Lc. 11, 5-11)."

El Señor con esto quiso decir a sus discípulos: 1º que tenemos que INSISTIR mucho para obtener las gracias que pedimos; y, siéndonos éstas constantemente necesarias, constantemente también habremos de solicitarlas; 2º que A TODA HORA del día y de la noche Dios está atento a nuestras súplicas, y su deseo es que le pidamos a la manera de los mendigos importunos, es decir, pintándole el cuadro de nuestras miserias para  moverle a compasión hacia nosotros, implorándole con lágrimas en los ojos, llamando a las puertas de su corazón para despertar hacia nosotros su atención y hacer que nos envíe prontamente su auxilio. Si pedimos de esta manera, podemos estar ciertos de que habrá de atender a nuestras súplicas.

¡Por qué PERDEMOS TANTO TIEMPO en discursos superfluos, en cargos inútiles, en ocupaciones sin importancia, en busca de noticias, y en bagatelas del mundo, en vez de emplear los momentos libres en la meditación, la oración, el trato con Dios, trato que nos hará recoger abundantísimos frutos de salvación? Los santos, por alcanzar el mérito de un Avemaría, hubieran aceptado gustosos todos los sacrificios; y nosotros por no fatigarnos, por no experimentar la menor molestia, ¡abandonamos la oración, tan fácil y sencilla, el mejor medio de levantar frecuentemente nuestros corazones a Dios!

¡Oh majestad soberana de mi Señor! quiero tenerte presente en mi alma. Tú me has colmado de inmensos beneficios, y, a pesar de ello, ¡ingrata criatura!, apenas si te traigo al pensamiento. Me has prometido escuchar mis súplicas, y yo, olvidando tus promesas y los tesoros que encierran, no beneficio esa mina de riquezas que me diste en la oración. .Señor, haz que de ahora en adelante levante a ti mi corazón, y que mi oración sea como la respiración de mi alma, para que cumpla así el precepto que me diste de orar SIEMPRE, sin desfallecer JAMÁS.

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