19 DE MARZO

 EL PATRIARCA DE NAZARET

El Espíritu Santo expresó en pocas palabras la gran dignidad del santo Patriarca de Nazaret: "José era el Esposo de María, de la cual nació Jesús (Mateo 1, 16)." En estas palabras están resumidas las tres insignes prerrogativas que encumbraron a San José por encima de todos los hijos de Adán.

El primero de esos excelsos privilegios fue el de ser Esposo de MARÍA, la Virgen Inmaculada, Reina de los ángeles, Soberana del universo y Madre de Dios. ¡Oh, cuán alta fue esta dignidad, que hace suponer en San José virtudes proporcionadas a las de la santísima Virgen. Al decir que este gran Santo es el esposo de la Madre del Redentor, afirmamos, según San Bernardo, que eran en todo semejantes: el espíritu, el corazón, los sentimientos, los dones, los méritos y la dignidad de estos dos santos esposos. María era la aurora que anunciaba al sol de Justicia, y José era el horizonte iluminado por esos divinos resplandores.

El segundo de los privilegios que eleva a San José por encima de todos los hombres, como María estaba elevada por encima de todas las mujeres, era su categoría de PADRE ADOPTIVO de Jesús. Ninguna maternidad aquí en la tierra pudo ser comparada a la maternidad divina de María, ni tampoco aquí en la tierra ha existido paternidad más sublime que la de San José, padre putativo de un Hijo que era Dios, y que la hacia, por tanto, compartir con el Padre eterno la grandeza, la ternura y la solicitud de padre hacia un Hijo que era el Verbo encarnado, ¡Oh qué inefable misterio! Los judíos no querían ve en Jesús más que la hijo de un artesano; pero nosotros, que tenemos fe, sabemos que José, humilde carpintero, era el más noble representante del divino Arquitecto, Creador del universo, y que su Hijo adoptivo, Jesús es el Rey de los reyes y Señor de los señores. ¡Qué inmensa gloria para san José! y ¡qué obligación tan grande tenemos de rendirle nuestro respeto, devoción y amor!

El tercer privilegio de San José es como consecuencia de sus anteriores prerrogativas y eleva al Esposo de María al más alto grado de grandeza y dignidad. San José, al ser Esposo de María y Padre putativo de Jesús, quedaba convertido en JEFE DE LA SAGRADA FAMILIA, de esta santa familia, que puede llamarse la Trinidad de la tierra, porque era la más perfecta imagen de la trinidad del cielo, a la que debemos alabar y glorificar por los siglos de los siglos. -Rindamos, pues, con frecuencia en honor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, que reinan en los cielos; pero no nos olvidemos de Jesús, de María y de José durante su destierro en este mundo. Dice San Leonardo de Porto Mauricio que grabemos con letras de oro sus nombres sagrados en nuestros corazones, que los pronunciemos con frecuencia, que los escribamos por todas partes y que los tengamos en nuestros labios al rendir el último suspiro.

¡Oh glorioso Patriarca de Nazaret! Gozo al considerar tus prerrogativas y tu elevada dignidad. Dígnate alcanzarme la profunda HUMILDAD que te hizo tan fiel y sumiso, aun en medio de tus grandezas, mientras Luzbel y tantos otros, menos elevados que tú, se perdieron por su orgullo. Haz que considere humildemente cuanto soy y valgo; dame amor a la vida escondida y concédeme la gracia de contentarme, al igual que tú, con las miradas de Jesús y de María.

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