MIÉRCOLES DE LA SEGUNDA SEMANA DE PASCUA

 LA MISERICORDIA DIVINA

Para mejor considerar las bondades del Señor con nosotros, meditemos acerca de los EFECTOS del perdón que en su inefable misericordia nos otorga. El pecado mortal nos había hecho insolventes; era, pues, imposible pagar la deuda que habíamos contraído con Dios; humanamente no existía satisfacción capaz de hacérnosla cancelar. Entonces el Padre eterno nos envía a su unigénito Hijo, le carga con el peso de nuestros crímenes y le castiga en lugar nuestro, aplastándole bajo los golpes de su divina justicia, y haciéndole morir en cruz,nos prepara con su sangre bendita un baño saludable, y transforma para nosotros su carne en nuestro remedio, al dárnosla como alimento de vida y de inmortalidad. ¡Cuán admirable es esta invención de la infinita caridad de Dios para con sus criaturas!

El Señor, en el exceso de su misericordia, llega a aplicarnos los méritos de Jesús mucho MÁS ALLÁ de cuanto jamás hubiéramos podido imaginar, porque para hacernos comprender nuestros yerros y hacer duradera nuestra reconciliación, nos conduce por los caminos que para nosotros trazó; los caminos de la oración, de los sacramentos, del santo sacrifico de la Misa, de la unión con la Iglesia católica y del cumplimiento del deber. -Y esta reconciliación con el Señor ¿en qué habrá de consistir? ¿Únicamente en olvidar nuestras culpas y librarnos de los castigos eternos? Esto sería ya un don inapreciable; sería por sí solo más que suficiente para merecer constante agradecimiento.

Pero como la bondad del Señor no tiene límites, no se detuvo en eso, y no contenta con perdonarnos los pecados, los borró totalmente y quiso devolvernos la VIDA PRIMITIVA y la PRIMITIVA BELLEZA del alma, cuando fue regenerada en el bautismo. De enemigos que fuimos de Dios, nos convierte en sus más íntimos amigos; de esclavos que éramos de Satanás, nos hace servidores del Rey de los reyes; y, en el exceso de su bondad, nos hace participar de la filiación de su Hijo unigénito, que fue engendrado antes del principio de los siglos y que se encarnó entre nosotros, antes guarida del demonio y ahora templos del Espíritu Santo, santuarios de ese Espíritu de amor, que nos hace exclamar: "Padre, Padre, somos hijos tuyos, formamos parte de la familia del gran Rey inmortal, podemos llamar a Jesús hermano nuestro, a María nuestra Madre, a los ángeles y a los santos nuestros defensores y conciudadanos." ¡Efectos maravillosos de la infinita caridad de Dios y de su divina munificencia!

La bondad del Señor es inagotable, porque aún no hemos meditado acerca del más grande de los beneficios que nos concede, y es: la promesa que nos hizo de la HERENCIA ETERNA, a pesar de haber merecido por nuestras culpas los suplicios del infierno. Esta herencia eterna es el cielo, del que dice Jesús: "En la casa de mi Padre hay muchas moradas, que si no fuese así, os lo hubiese dicho yo, que voy a preparar lugar para vosotros." Y ese lugar será el que habremos adquirido por nuestra buenas obras, donde nos colocará, aunque para ello tenga que elevarnos por encima de los mismos serafines.

¡Oh Infinita misericordia de Dios! No permitas que jamás ABUSE de tus favores, porque entonces tu amor, al verse por mí despreciado, se convertiría en ministro de justicia, que me impondría castigo proporcionado a las gracias de que hubiera abusado. Para que pueda evitar tan gran desgracia, la más grande de cuantas pudieran ocurrirme, quiero tomar las siguientes RESOLUCIONES: 1ª Desconfiar de mí mismo para no caer en presunción y servirte con fidelidad, sin olvidar que mientras viva estoy expuesto a perderme; 2ª trabajar sin descanso y esforzadamente, para que esta vida sea vida de oración, de vigilancia y de conformidad en tu divina voluntad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lecc XXII EXPLICACION DE DIOS (1)

LA VIDA INTERIOR

Lecc 21 EXISTENCIA DE DIOS (4)