LUNES DE ROGATIVAS

 POR QUIÉNES DEBEMOS REZAR

Como la oración es el medio universal de obtener toda clase de bienes, lo mismo podemos rogar por nuestro bien que por el de NUESTROS HERMANOS. "orad los unos por los otros para que seáis salvos", decía el apóstol Santiago a los primeros cristianos (Santiago 5, 16); y San Pablo, en la primera Epístola a Timoteo, dice: "Recomiendo, pues, ante todas las cosas, que se hagan súplicas, oraciones, rogativas, acciones de gracias POR TODOS los hombres: por los reyes y por todos los CONSTITUÍDOS en ALTOS PUESTOS,  a fin de que tengamos vida quieta y tranquila en el ejercicio de toda piedad y honestidad." "Esta, añade, es una práctica buena y agradable a los ojos de Dios, Salvador nuestro, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan en conocimiento de la verdad (1 Tim. 2, 3-4)." Es, además, la oración por el prójimo un acto de caridad, que nos será premiado en el cielo con recompensa sin medida ni fin.

También nos exhorta San Pablo a orar por los SACERDOTES y MISIONEROS con estas palabras: "Haced en todo tiempo con espíritu y fervor continuas oraciones y plegarias por todos los santos o fieles, y por mi también, a fin de que se me conceda el saber predicar con libertad el misterio del Evangelio (Ef. 6, 18-19)." "Orad por nosotros para que la palabra de Dios se propague más y más y sea glorificada en todo el mundo, como lo es ya entre vosotros, y nos veamos libres de los díscolos y malos hombres (2 Tes.3, 1-2)." También él ruega: "Dios, a quien sirvo con todo mi espíritu en la predicación del Evangelio de su Hijo, me es testigo de que continuamente hago memoria de vosotros (Rom. 1, 9)." "Continuamente estoy dando gracias a Dios por vosotros (1 Co. 1, 4)." "Debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, ¡oh hermanos amados de Dios!, por haberos Dios escogido por primicias de salvación, mediante la santificación del espíritu y la verdadera fe que os ha dado (2 Tes. 2, 13)." "Y rogamos a Dios que no cometáis mal ninguno (2 Co. 13, 7)." "Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de Nuestro Señor Jesucristo..., para que, según las riquezas de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu ser fortalecidos en virtud en el hombre interior, y que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, estando arraigados y cimentados en caridad (Ef. 2, 14, 17)."

Vemos, por tanto que San Pablo constantemente se preocupaba de los fieles y de todas sus necesidades, y nos daba así ejemplo de lo que nosotros debemos hacer también.

¿Por qué no pedimos DIARIAMENTE para nosotros y nuestros prójimos las gracias divinas, de que tanto necesitamos? Guardémonos de ser egoístas, y encomendemos a Dios con frecuencia, a nuestra santa Madre la Iglesia y al Papa, a los Obispos, al Clero, a todos los fieles y a las almas del Purgatorio. ¿Cómo nosotros, que con tanta abundancia recibimos socorros espirituales, podemos olvidar en nuestras oraciones a tantos pecadores, agonizantes, herejes e infieles, que no tienen ni la centésima parte de los medios de salvación que Dios en su infinita bondad nos prodiga diariamente? Tampoco nos olvidemos de rogar a Dios por todos aquellos a quienes más obligados estamos, porque les debemos agradecimiento, porque es de justicia que así lo hagamos, o porque así nos lo exige la VOLUNTAD DIVINA. Decía Santa María Magdalena de Pacis que el mejor medio de obtener una gracia para si es pedirla para los demás.

¡Oh Jesús!, ¡oh María!, tomo con vuestra ayuda las siguientes resoluciones: 1ª pensar con frecuencia en la inmensa desgracia de las almas expuestas a perderse eternamente; 2ª encomendarlas a Dios todos los días con verdaderos sentimientos de compasión y animado de gran deseo de preservarlas del pecado y de las penas del infierno. Inspiradme, os ruego, el fervor y la confianza necesarios para tratar eficazmente en la oración el gran asunto de la salvación eterna de las almas.

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