MARTES DE LA CUARTA SEMANA DE PASCUA

 CONSUELOS ESPIRITUALES

Siendo los consuelos divinos buenos en si mismos, no hay que despreciarlos ni desecharlos, sino usar de ellos con DISCERNIMIENTO. No nos envanezcamos como si ya hubiéramos llegado a la cima de la perfección. Persuadámonos, por el contrario, que estamos aún lejos de llegar a ella, puesto que el Señor nos trata con tantos miramientos. La verdadera santidad se adquiere a fuerza de rudos combates, de numerosas victorias y de penosas pruebas, soportadas con paciencia. Santa Teresa no dejaba de humillarse y aprovecharse de los favores divinos recibidos y decía: "Mientras más vemos estamos ricos, sobre conocer somos pobres, más aprovechamiento nos viene, y aún más verdadera humildad." Procuremos sean éstos también nuestros sentimientos siempre que el Señor nos envíe sus divinos consuelos.

Como estos consuelos no son sino MEDIOS para llegar a Dios, no debemos detenernos en ellos como si fueran nuestro fin, ni turbarnos cuando nos falten, porque siempre nos queda el único objeto que debemos desear, es decir, el Bien supremo, inmutable, infinito. ¡Cuántas almas se han perdido por estar demasiado apegadas al gusto de la devoción sensible! Habían comenzado con ardor a llevar vida piadosa y reglamentada, y perseveraron en ella en tanto duraron las dulzuras y los consuelos espirituales; pero apenas quemó la aridez, como un viento abrasador, su corazón, abandonaron la vida devota para entregarse de nuevo al mundo, a sus placeres y devaneos.

Sepamos que la verdadera devoción no está sino en la SINCERA VOLUNTAD de ser siempre fieles a Jesús, a pesar de todas las penas y dificultades. Decía Santa Teresa que ella nunca se había atrevido a pedir al Señor la gracia de la devoción sensible, aunque fuese permitido, porque le parecía que esos consuelos pertenecen únicamente a las almas que se esfuerzan en obtener la gracia de la verdadera devoción, la cual solo busca no disgustar nunca a Dios y agradecerle constantemente en todo. "¿Queréis conservar la gracia sensible?, pregunta la Imitación. Sed AGRADECIDOS cuando Dios os la otorga, -PACIENTES cuando os la retira, -ORAD para recobrarla, y sed HUMILDES y VIGILANTES para no volverla a perder. (L. II, c.2)."

¡Oh Dios mío! Por intercesión de la Virgen del Perpetuo Socorro te ruego me concedas las siguientes gracias: 1ª que sea toda mi alegría cumplir exacta y constantemente tu amabilísima Voluntad; 2ª desear la unción del Espíritu Santo únicamente para dejarme siempre guiar por él y someter todos mis actos a su adorable dirección.

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