14 DE JUNIO

 JESÚS, MÍSTICA VID

"Permaneced en mí, que yo permaneceré en vosotros dijo Cristo. Al modo que el sarmiento no puede producir fruto si no está unido con la vid, así tampoco vosotros si no estáis unidos conmigo (Juan 15, 4)." ¡Oh cuán poderosa y fecunda es la bondad de Jesús, y cuán grande la extraña debilidad de nuestros corazones, que nada pueden hacer sin él!- Vid Mística, nuestro adorable Salvador hace circular la savia de amistad, infundiéndoles con ella fuerzas para practicar las virtudes y merecer el cielo.

Desdichadamente, ¡cuán grande es el número de almas que viven en pecado mortal, como sarmientos separados de la cepa! esas almas, que nada meritorio pueden hacer ante Dios, son como ramas secas, que no sirven más que para ser quemadas. ¿Quién será capaz de no compadecer semejante desgracia?,¿quién no trabajará para preservarse de ella y salvar a los demás?

La amistad de Jesús debiera ser objeto de todos nuestros afanes. "Quien está unido conmigo y yo con él, dijo el Señor, ése da mucho FRUTO de santificación... Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que quisiereis, y se os otorgará (Juan 15, 4-7)." Si vivimos la vida de la gracia y obramos según el espíritu de Jesús, seremos amados del Padre eterno, que verá a su Hijo en nosotros, y por él nos concederá cuanto le pidamos. Es, pues, para nosotros muy ventajoso y aun absolutamente necesario el PERMANECER UNIDOS  a nuestro Salvador. Separados de él, sin él, seríamos solo unos reos merecedores del infierno. Con él y en él, Dios nos considera como a hijos suyos, nos colma de bienes y nos promete en herencia la gloria eterna.

¡Oh Jesús mío!, ¡dónde podré encontrar yo la felicidad y la salvación sino en ti? Quiero desde hoy consagrarte mis pensamientos, mis deseos mi actividad. Sé tú el único objeto de todas mis aspiraciones y de mi amor. Con tu ayuda divina ME PROPONGO: 1º pensar frecuentemente en ti y en tu presencia real en la Eucaristía; 2º convertir los días de Comunión en días de recogimiento espiritual, guardándote mi corazón y uniéndolo al tuyo. ¡Oh María!, obtenme con tu poderosa intercesión la gracia de obrar, no a impulsos de la naturaleza, de las inclinaciones o del capricho del momento, sino por principios de fe, para hacerme en todo conforme a Jesús. Para lograrlo, ayúdame a practicar el recogimiento interior, la abnegación y la oración constante.

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