16 DE JUNIO

CONTEMPLEMOS A DIOS EN LAS CRIATURAS Y EN LOS ACONTECIMIENTOS

No es suficiente contemplarse a sí mismo en Dios; hay que considerar también en él todo cuanto existe. Si aislamos de Dios a nuestros PRÓJIMOS, nos parecerán caprichosos, extravagantes, llenos de defectos; pero si los contemplamos en el Padre celestial, que los soporta, los perdona y los rodea de cuidados, los veremos de muy distinta manera. Entonces serán a nuestros ojos lo que realmente son: viva imagen del creador, precio de la Sangre de Jesús, Hijos adoptivos del Padre eterno, predestinados a la gloria de los elegidos. Considerados en Dios, parecen cambiar de naturaleza y de carácter; se nos hacen amables, aunque carezcan de talento y de virtud, y los miramos con respeto como santuarios del Señor e imágenes creadas del ser increado.

Lo  mismo ocurre con los acontecimientos de la vida. Vistos en sí y según nuestras ideas, nos resultan desagradables, contrarían nuestra voluntad; pero considerados en Dios, que los ordena y dirige, llevan el sello de su sabiduría y bondad. En tal caso, cómo nos atreveríamos a criticarlos? ¿Quiénes somos para resistirnos al Todopoderosos? ¿No tiene quizá derecho para castigarnos o probarnos? ¿Y no es mucho mejor sufrir en esta vida las saludables heridas de su misericordia, que caer en la otra bajo los golpes de su divina justicia? Sí, pensando en esto, aceptamos las contrariedades, veremos que no resultan amargas. Hasta dice Santa Teresa que cuando uno se decide a sufrir, se ha terminado la pena. Y es que, en realidad, lo que más nos hace sufrir es nuestra repugnancia para abrazar el sufrimiento. Si la vencemos, al resignarnos veremos que pronto nos sentimos aliviados. Tomemos la RESOLUCIÓN de aceptar las cruces más ligeras con el ánimo intrépido de quien acepta el martirio. Esta generosa disposición aliviará nuestras cargas, limando asperezas y haciéndonos más fácil el camino de la vida.

¡Oh Dios mío y Padre mío!, cuando se borra TU PENSAMIENTO de mi alma, me dejo llevar por el descontento y murmuro. Por los méritos de Jesús y de María, te ruego que te enseñorees de mis afectos y deseos; domina mi imaginación, llena mi memoria con el recuerdo de tus beneficios, y mi inteligencia con la luz de tu presencia. de esta manera me será más fácil; 1º soportar los defectos de mis prójimos; 2º llevar con paciencia las contrariedades, las enfermedades y las penas.

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