21 DE JUNIO

 SAN LUIS GONZAGA

El amor a la oración y a la meditación parecían formar parte de la naturaleza de San Luis. Desde la edad de siete años tenía perfectamente ORDENADAS sus DEVOCIONES, lo mismo que si hubiese sido un hombre práctico en la virtud. Se levantaba por las noches para orar y quienes le observaban secretamente le veían a veces postrado en tierra ante un crucifijo, con los brazos extendidos y levantados hacia el cielo cruzados sobre el pecho; también le oían exhalar ardientes suspiros, capaces de conmover los más duros corazones. -Admitido en la Compañía de Jesús, con constancia verdaderamente admirable procuraba estar SIEMPRE RECOGIDO INTERIORMENTE. En cierta ocasión confesó que durante seis meses todas las distracciones que había tenido no llegaron a durar el tiempo de un Avemaría. "Me es tan difícil distraerme de Dios, decía, como lo es para otros el recogerse."

Meditar era su paraíso en la tierra, porque en este ejercicio encontraba DELICIAS INEFABLES, que le hacían derramar torrentes de lágrimas, especialmente cuando meditaba acerca de la Pasión del Salvador o acerca de su presencia en la divina Eucaristía. "El alma que quiera aprovechar de la meditación, decía él, habrá de estar absolutamente libre de todo afecto y de todo pensamiento ajeno al punto que esté meditando. Si esto no sucede así, no podrá prestar atención ni recibir las impresiones de la gracia." Y añadía: "Sin mucha oración no se puede alcanzar un alto grado de santidad ni triunfar por entero de sí mismo, porque la falta de reflexión es causa de la cobardía y de la poca abnegación que encontramos en las almas."

Veamos si estas máximas de San Luis están de acuerdo con nuestra conducta y si no debemos perfeccionar nuestro modo de meditar. -1º ¿Meditamos diariamente con fervor? 2º ¿Profundizamos con seriedad aquellas verdades que más habrán de mover nuestro corazón y llevarle a hacer actos de arrepentimiento, de confianza, de amor y de petición? 3º ¿Tomamos resoluciones que estén en relación con las necesidades de nuestra alma, con sus faltas cotidianas, sus defectos más notorios, sus impaciencias, su costumbre de quejarse. de ,ir,irar. de criticar, etc?

¡Oh Dios mío! A pesar de meditar todos los días, los mismos defectos de siempre siguen afeando mi alma. Por los méritos de Jesús, de María y de San Luis Gonzaga, concédeme el espíritu de constante oración, para estar siempre recogido y unido a ti y para imitar la pureza perfecta de este santo, cuyas virtudes celebra hoy la Iglesis paranuestr aedificación.

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