26 DE JUNIO

MARÍA, MODELO DE CONFIANZA EN DIOS

Si nos propusiéramos a imitar a la Virgen en su firmísima esperanza en Dios, participaríamos de los INMENSOS BIENES fruto de su confianza. "Aquellos que tienen puesta en el Señor su esperanza, dice Isaías, adquirirán nuevas fuerzas", y en vez de su natural energía,  que no es más que debilidad al enfrentarse con sus numerosos enemigos, se verán revestidos del poder infinito de Dios, que les hará triunfar en sus combates. Y el Profeta añade: "Tomarán alas como de águila, correrán y no se fatigarán, andarán y no desfallecerán (Isaías 40, 31)."

En realidad, de este modo transcurrieron las vidas de LOS SANTOS que la Iglesia ha colocado sobre sus altares, pues para ellos fue más fácil ejercitarse en las más heroicas virtudes que para nosotros andar sencillamente por los caminos corrientes de la vida. Y ¿de dónde les provenía esa enérgica voluntad y ensanchamiento del corazón que los transportaba de alegría, aun a veces en medio de las más grandes tribulaciones? Les provenía únicamente de la confianza en Dios. El dejarse llevar por Dios en todo y el abandonarse a él, decía Santa Teresa que le infundía una fuerza tan grande, que se creía capaz de luchar contra el mundo entero, con tal de tener de su parte al Todopoderoso. -Y ¿cómo la Virgen hubiera podido soportar el peso de su dolor cuando, al pie de la cruz, contemplaba la agonía del Hijo, si no hubiera buscado en Dios apoyo? Sin la gracia, nuestra naturaleza nada puede, sobre todo en la tribulación.

Pero ¿de qué manera se obtiene esta gracia? ORANDO y confiando en la oración. Dice Santo Tomás de Aquino: "la caridad hace meritorias nuestras oraciones, pero la confianza las hace eficaces"; y el divino Maestro decía: "Yo os aseguro que todas cuantas cosas pidiereis en la oración, tened fe viva de conseguirlas y se os concederán sin falta." ¡Qué promesa tan capaz de asegurar nuestra confianza!

¡Dios mío! Cuántas veces el temor y la desconfianza han hecho ineficaces mis oraciones; por esto mi voluntad se ha ido debilitando y he caído muchas veces en la tentación. Dame, te lo ruego, más valor y firmeza para luchar contra mí mismo y contra mis invisibles enemigos. A veces tengo que combatir contra adversarios muy temibles, pero Jesús me anima y dice: "En el mundo tendréis grandes tribulaciones, pero tened confianza, yo he vencido al mundo (Juan 16, 33)." Yo he vencido a las tres grandes concupiscencias con las que Satanás quiere encadenar a las almas. -Fuerte y animado con estas palabras de mi Señor, quiero de ahora en adelante: 1º invocar SIN TARDANZA los nombres benditos de Jesús y de María en la hora peligrosa de la tentación; 2º PERSEVERAR en la oración y en la lucha con calma y con tesón, tanto como dure la tempestad. Y espero, Dios mío, que con estos medios nunca dejaré de serte fiel, conservaré siempre tu amistad y llegaré a participar de los frutos preciosísimos de la ORACIÓN y de LA CONFIANZA en ti.

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